Revista Cultura y Ocio
Primogénita de una pareja de maestra y librero, Concha Quirós (Pillarno, Castrillón, 1935), fue destinada a ayudar en la librería, al mismo tiempo que se hacía maestra, primero, y se licenciaba en Filosofía y Letras. En 1959 se fue a París, un poco contra la voluntad paterna, y allí vio la luz de su profesión: los libros. Visitó los museos todos los jueves y domingos (era gratis), y trabajó en editoriales y librerías, gracias a una beca y no fue a Londres porque Cervantes la necesitaba. ¿Resultado? La Librería Cervantes, mezcla de la liberalidad de la que hacía gala su padre y lo que aprendió en un París -antes de 1962- donde ya se mascaba lo que iba a pasar.
-¿Cómo son tus días de confinamiento? ¿A qué dedicas todas las horas por delante del día?Por la mañana, después de asearme con esmero, y si no llueve, paseo por la terraza hasta la hora de comer. Al principio, escuchaba lo que decían las autoridades. Ahora, menos. Devoro libros en cantidad, no especialmente seleccionados, sino los que fueron aterrizando por casualidad. Lo leo todo.
-¿Cómo es el lugar donde vives?Vivo en zona residencial, cerca de las Facultades, con poca gente caminando, ya antes del confinamiento.
-¿Qué es lo que más has añorado hacer en estos días y lo que menos?Realmente, he añorado poco, pues estoy a gusto en casa. Quizá lo que añoro es la falta de libertad, eso de no poder salir a un concierto o a una presentación.
-¿Crees que habrá un "antes" y un "después" tras este confinamiento?Sí, estoy segura que habrá un "antes" y un "después", partiendo que cambiará la forma de concebir las cosas.
-¿Qué será lo primero que harás cuando se acabe el confinamiento?Si las piernas me lo permiten, bajaré buscando el sol, pararme en una terracita a tomar un café y, después, acercarme hasta la librería para ver si aún existe. Si es así, daré gracias y pensaré cómo celebrar el año próximo su Centenario.
MANOLO D. ABAD