Alcaucín, Málaga
Históricamente, siempre la había considerado como la puerta natural de la cora de Rayya hacia el reino de Granada, lo que hoy entenderíamos como parte de la provincia de Málaga. Ya supe de su existencia en el arqueológico provincial, pero no fue hasta mi visita al recién inaugurado Museo de Vélez-Málaga cuando decidí salír a la búsqueda de esta interesantísima cueva.
No, hoy no voy a hablaros de Madina Malaqa, ni de la cora de Rayya (la sultana o reina de todos los pueblos, como la conocían los cristianos en el siglo XII) a la que se inscribiera administrativamente en el período de la Reconquista según los textos de al-Hiyari. Sí, en cambio, retrocederemos hasta los tiempos del hombre Neandertal, muchos milenios atrás, para descubrir parte de unos parajes naturales que en la Edad Media fueron conocidos como “Campos de Rayya” (Zafarraya)
Boquete de Zafarraya. Puerto de montaña situado en la Sierra de Alhama, entre las provincias de Málaga y Granada.
Como la mayoría de la gente conoce, la geología de la provincia malagueña es muy propensa a la formación de cuevas naturales. Ya en el período Paleolítico, por ejemplo, sus grutas serán ocupadas por grupos humanos del tipo Homo sapiens (neanderthaliensis, especie extinta, y sapiens sapiens o, como mejor lo conocemos, el humano actual)
Cavidad reutilizada como santuario en Cuevas de la Araña, yacimiento arqueológico. Complejo Humo, Málaga.
Durante el Período Neolítico, estas cuevas acabarán convirtiéndose en asentamientos estables para los grupos humanos que empezaron a trabajar las tierras colindantes o a criar su propio ganado. Con el transcurso del tiempo, las mismas cavidades naturales, muchas de ellas colmatadas, se reutilizarán para cubrir las necesidades funerarias o de culto a sus muertos. Un buen ejemplo de ello lo podemos encontrar en la denominada Cueva de la Araña, también en Málaga.
El hombre del neandertal (Homo sapiens neanderthalis) fue una especie propia de Europa, que surgió hace 130.000 años aprox; en un espacio temporal de unos 5.000 años, se cree que convivió, paralelamente, con el hombre de Cro-Magnon. Su aspecto físico sería muy parecido al nuestro, aunque de complexión mucho más robusta. Puede que esto se debiera a que vivían en un clima frio y su grasa corporal fuera la ventaja para su subsistencia. Contaba con pelvis ancha y extremidades cortas.
En cambio, sí mostraba diferencias con respecto a sus características craneales y en comparación con el hombre actual. Tenían una frente aplanada y un pronunciado resalte óseo sobre los ojos, no disponían de mentón y su capacidad craneal era algo mayor. Por otro lado, la estatura media de los hombres era de 1,70 metros, siendo el de las mujeres de 1,60 metros. Su esperanza de vida rondaría en torno a los 40 años.
Recreación de partida de cazadores neandertales en el valle de Alcaucín. Museo de Vélez-Málaga (MUVEL)
El hombre de neandertal pudo articular fonética, aunque muy limitada debido a la posición de su laringe que se situaba más arriba. Se cree que su gran nariz serviría para calentar el gélido y seco aire frío que respiraba. Además, eran inteligentes, enterraban a sus muertos y… ¿practicaban el canibalismo en sus rituales? Volveremos a este último punto más adelante.
Sobre su forma de vida podríamos resumir que usaban herramientas de madera y ya contaban con tecnología precisa para la fabricación “en serie” de sus herramientas de piedras. A partir de un bloque pétreo dispuesto para tal fin, las lascas resultantes podían retocarse con objeto de confeccionar puntas, cuchillos, raspadores, raederas o denticulados con los que conseguían descuartizar, desollar, cortar, preparar pieles, etc.
Evolución de la industria lítica. Entre las técnicas que se emplearon durante el Paleolítico Inferior para la producción de herramientas de piedra se encontraban aquellas realizadas sobre cantos y/o grandes lascas que se retocaban por ambas caras y se transformaban en útiles. Ello evolucionaría en el Paleolítico Medio hacia industrias basadas en la cuidada preparación de los núcleos de piedra para la extracción de lascas en serie. Se fabricaron raederas, denticulados y puntas que fueron usadas preferentemente para descarnar animales y trabajar la madera. Museo Arqueológico de Málaga.
Su subsistencia se basaría en la recolección de frutos silvestres, además de marinos aquellos situados próximos a la costa, y en la caza, empleando en esta última instrumentos líticos (Cultura Musteriense) más variados y ligeros que en los periodos anteriores.
A nivel social podríamos indicar que se organizaban en bandas o grupos para recolectar y cazar, viviendo bajo estructuras familiares poco numerosas. Las relaciones entre los miembros de un mismo grupo estarían, entonces, basadas en la cooperación y la solidaridad.
Interior de la cueva del Boquete de Zafarraya. Alcaucín, Málaga.
Un rasgo característico de estos reducidos grupos humanos es que eran nómadas, lo que hacía depender sus recursos alimenticios al periodo estacional en el que se encontraban. Y justamente aquí es donde encaja el yacimiento Cueva del Boquete de Zafarraya.
Hábiles y selectivos en sus prácticas de caza, esta cueva no sería utilizada como hábitat para un núcleo de población, sino como puesto de caza para los periodos comprendidos entre la primavera y el inicio de otoño. Es decir, la Cueva de Zafarraya se constituyó como un refugio ocasional en las expediciones de caza del hombre neandertal.
Situada en la vertiente sur de la Sierra de Alhama, a unos 1.100 metros de altura, en su interior fueron localizados restos de cabras montesas, caballos, ciervos y bóvidos, lo que demuestra su alta especialización en las prácticas de caza. Estas muestras nos hacen entender cuál sería su dieta habitual en carne, capturándose, preferentemente, entre los meses de primavera y otoño.
Fauna de la Cueva de Zafarraya. Huesos de carnívoros: Huesos de hiena, cuón, oso pardo y león de las cavernas. Huesos de hervívoros: cabra montés, ciervo y caballo. Paleolítico Medio, 40.000 AP. Museo Arqueológico de Málaga.
En esta cavidad natural de dimensiones reducidas, pues tan sólo podría ser ocupada por una veintena de hombres, también aparecieron restos óseos de hiena, oso pardo y león de las cavernas, lo que nos hace suponer que, las bandas de neandertales habitantes en la Cueva de Zafarraya, alternaron sus cortas estancias con las de los grandes carnívoros.
A parte de los restos óseos mencionados, relacionados todos con la fauna del lugar, en el interior de la cueva también fueron hallados los huesos de varios individuos, los cuales pudieron corresponder a dos miembros neandertales adultos de entre 25 y 30 años de edad. El hueso de la pierna en cuestión presenta claras evidencias de cortes realizados con herramientas de sílex que permitieron descarnar al individuo y acceder al tuétano. Este hallazgo ha hecho suponer la posibilidad de prácticas de canibalismo dentro de un contexto ritual.
Fémur derecho de un joven adulto neandertalenses. A partir del estudio de las fracturas que presenta el fémur, cara interior, y el contexto (de combustión) en el que aparece, lleva a la conclusión de que estas fracturas son de orígen antrópico, por lo tanto se puede inferir que estas comunidades practicaban el canibalismo. Museo Arqueológico de Málaga.
En el caso de la mandíbula, y según los estudios realizados, parecen corresponder a la de una mujer, quizás, de musculatura fuerte. Los análisis morfométricos practicados (aquellos que se realizan comúnmente en los organismos y son útiles en el análisis del registro fósil) plantean la hipótesis de que esta mandíbula hubiese correspondido a un rostro corto y, más bien, de prominencia ancha.
Mandíbula de neandertal en Museo Arqueológico de Málaga.
Lo que está claro en relación a los restos humanos encontrados en la Cueva Boquete de Zafarraya es que éstos no parecen estar asociados a ningún tipo de enterramiento. Aparecieron fragmentados, dispersos y mezclados con los restos de fauna mencionados y útiles líticos hallados en el lugar. Todos ellos están considerados como los mejores conservados de su especie en el sur de la Península Ibérica y el yacimiento, el lugar donde mayor número de restos neandertales se han encontrado al día de hoy.
Existen diversas teorías que intentan explicar la completa extinción de los hombres del neandertal. Tal vez la más extendida sea aquella que sugiere que fue el sapiens sapiens quien lograra una mayor capacidad de adaptación en un entorno de grandes cambios ecológicos.
A diferencia de los Hombres de Neandertal, los Sapiens fueron grupos más numerosos, con una clara especialización en el trabajo, una dieta más diversificada y, sobre todo, una tecnología más eficaz que le permitió ciertas ventajas con respecto al ámbito de la caza.
Pero esta circunstancia no debió ser la única. Los enfriamientos bruscos del clima y la extensión de las estepas para las que no estaban adaptados, dificultaron enormemente la supervivencia del Hombre de Neandertal. Muchos de sus grupos acabarían desapareciendo; otros, en cambio, lograrían pervivir durante algún tiempo en refugios favorables. Este fue el caso de la Península Ibérica.
Interior de la cueva Boquete de Zafarraya. Alcaucín, Málaga.
Los restos expuestos en el Museo Arqueológico de Málaga están datados en el año 40.000 AP (antes del presente)
Bibliografía:
- Cartelería del Museo Arqueológico de Málaga.
- Cartelería del Museo de Vélez-Málaga (MUVEL).
- Cartelería del Centro de Interpretación de los Yacimientos Arqueológicos de la Araña (Málaga)
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