No importa la edad que tengas, tu altura o tu peso, debes cuidar tu espalda, especialmente, si tienes que pasar horas y horas pintando. Mantenerla lo más recta posible y descansar unos minutos cada hora es lo ideal, aunque, desde luego, a menudo, no resulta fácil.
En los primeros eventos públicos en los que participé, estaba tan centrada en pintar que me olvidé por completo de mi espalda. Solía terminar con un dolor importante en la parte baja y media, y llegué a pensar que era normal, pero no lo era, ¡claro!. Con el tiempo, logré encontrar mi "sitio". Así, este año pasado participé en jornadas de puertas abiertas y otras celebraciones de larga duración, y pude llegar a pintar hasta ocho horas seguidas sin consecuencias. Por supuesto, no es un plan ideal para todos los días y lo hago sin perder de la mano, durante esas horas, mi botella de agua y algún picoteo que voluntarios o colaboradores de la causa en cuestión, me traen a mi mesa amablemente.
Te recomiendo que identifiques tu postura más cómoda para pintar: de pie o sentada. Personalmente, pinto a los niños sentada, así estoy a su altura, bien estén de pie, bien estén también sentados. Es importante que tengan la espalda derecha y que no se alejen de ti o bajen la cabeza mientras los pintas, si lo hacen, curvarás tu espalda en busca de su cara y terminarás haciéndote daño también en el cuello. Si “se contorsionan” o se separan de tu silla, para de pintar y acerca su silla a la tuya, pregúntales si están bien, si les duele o les pica algo. Si no les pasa nada, sonríe y anímales a relajarse un poco. Si hay dos sillas, me siento; si sólo hay una, me siento también, ellos suelen quedar a buena altura incluso cuando se quedan de pie. Igualmente, intento usar la mano izquierda para poner las bases en ese lado, así la mano y el brazo derecho descansan un poco y, además, creo que de este modo, logro que los dos lados del diseño sean más simétricos.
A los adultos o niños más altos, normalmente, los pinto de pie. Si son muy altos y hay silla, quizá es buena idea que se sienten; si no, mejor que se queden de pie, a mi altura. Pintar niños o adultos que estén a menor altura que tú es la peor idea que puedes tener, lo comprobarás fijándote en lo que hace tu cuerpo para "adaptarse": doblarás y forzarás la espalda y el cuello para ponerte a su nivel, la calidad de tus líneas se resentirá, tu cuello sufrirá muchísimo y tu dolor de espalda aparecerá en 3,2,1...
De todas formas, aunque parezca mentira, mi costumbre es moverme bastante mientras pinto, entre niño y niño, cuando ya van diez o doce (cada hora, más o menos), me levanto, doy unos pasos alrededor de mi silla o mesa, bailo un poquito si tenemos música cerca o, simplemente, hago el ganso... la cuestión es cambiar de postura y darle un respiro al cuerpo. Resumiendo: cuida tu espalda, es imprescindible para pintar y vas a pintar muuuuuchos años... ¡quiérela mucho!.
¿Y tú cómo pintas? ¿de pie o mejor sentado? ¿haces descansos cada hora o media? ¡Cuéntanos!