Revista Educación

Cuidado con la espiral de oscuridad

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Cuidado con la espiral de oscuridad

Yo soy de las que necesito que me dejen un rato tranquila cuando me despierto, soy incapaz de hablar, lo más que consigo es gruñir, me molesta hasta que me miren así que evito todo contacto con otro ser humano. Después de ese tiempo ya vuelvo a ser la persona de siempre, más o menos sociable, según el caso. Procuro ser amable y educada con todo el mundo y, sobre todo, por encima de cualquier otro aspecto, no voy contándole mis miserias a la gente a diestro y siniestro.

Hay personas que tienen una facilidad pasmosa para relatar todos y cada uno de sus dolores, molestias y problemas, prácticamente no te conocen, pero sienten la necesidad urgente de expresar lo malo que hay en su vida y en la de los demás, da igual, mientras sea algo nocivo, dañino o peligroso.

Es curioso porque tú llegas con tu buen talante preguntando cómo está y se desata la espiral de oscuridad. Siempre encuentran la manera de introducir su tema, comienzan por hablar de lo perjudicados que se sienten, de lo mucho que les duele tal sitio o de lo mal que lo ha pasado por tal cosa y acaban relatando lo horrible que está todo. Unas veces es la sociedad, otra el mundo, otra la juventud, el caso es que todo es un desastre. Y yo me voy quedando calladita, mirando para el suelo y subiendo la barrera invisible en la que todo rebota porque como permita que la traspase me salpica toda esa mierda y, aunque sea una basurilla ínfima lo que me alcance, tiene el efecto del ácido que por donde toca se extiende la corrosión y me deja reducida a un charco verde de toxicidad.

Esta gente debería llevar un cartel, por ley, como la publicidad que siempre tiene que quedar claro que se trata de ese tipo de mensaje para que el público esté preparado, pues igual, así uno sube la barrera antes de correr ningún riesgo y evita hasta mirarlos por si te atrapan en su espiral de oscuridad.


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