Revista Opinión

Cuidado con lo que decimos

Publicado el 04 enero 2018 por Carlosgu82

Ayer conversaba con alguien muy querido para mi, y mientras me hablaba, yo sentía una profunda tristeza. Él es un estudiante de instituto, y no le va muy bien. Me comentaba que tenía muy poca motivación, que aún no sabía que le gustaba o que le disgustaba, por lo que no tenía idea que era lo que iba a elegir cuando acabase el instituto.

Por otro lado, los estudios no le iban bien. Había suspendido casi todas las asignaturas y sus padres le habían castigado varias veces por ello. Me contaba, que para él era difícil mantener la motivación, cuando sus padres continuamente le decían que no iba a aprobar ninguna asignatura. Desde luego, el lo veía como un gran impedimento, puesto que ya, empezaba creer que ésto se iba a cumplir.

No es la primera vez que escucho algo parecido, tanto hacia él, como hacia alguien muy cercano de su misma familia. Calificativos como torpe, vago o chapuza, o simplemente, manifestaciones de que iban a suspender todas las asignaturas, han sido captadas por mis oídos en más de una ocasión. La creencia, por parte de estos progenitores, de que sus hijos no estudian, o suspenden por vagos o chapuzas, está bastante arraigada en ellos. Según ellos, sus palabras están enfocadas a que sus hijos reaccionen, y dejen de tener esa actitud de apatía con los estudios, creyendo erróneamente que así, ellos revertirán la situación.

Confundimos los términos fácilmente

Cuidado con lo que decimos
Es tan fácil a veces juzgar a otros y no tratar de buscar el motivo de lo que les ocurre… Continuamente se hacen comentarios despectivos sobre las personas, con juicios rápidos, gratuitos y sin reflexión alguna. Cuando una persona no estudia o no trabaja, rápidamente se le tilda de vago, sin pensar, que puede ocurrirle algo.

Siempre hay un motivo para todo, y cuando alguien no quiere trabajar o estudiar, no es por vaguería, sino por algún impedimento, o bien físico, o bien psicológico.

La desmotivación es un factor muy importante en la falta de acción, y a veces, es difícil encontrar el motivo exacto por el cual, la persona en cuestión no puede ponerse en movimiento. Puede ser por una baja autoestima que le cree inseguridad y miedo. Puede que el hecho de no creer en él mismo le haga no saber exactamente, cual es el sueño que le impulsa a vivir, o le haga pensar que no va a poder conseguirlo. Ésto hará que esa persona se rinda antes de tiempo, a veces, incluso antes de empezar a intentarlo. Es posible que esté rodeado de personas, que en lugar de darle un apoyo, le compliquen el camino a sus sueños, y/o haya recibido de ellos durante largos periodos de tiempo, más de una descalificación que le hagan pensar que no tiene valía.

La motivación es algo muy frágil, que necesita una autoestima fuerte para sujetarse. Las personas motivadas tienen objetivos claros, y saben que cualquier esfuerzo será superado, pero cuando la mente está distorsionada por falsas creencias, que te hacen pensar que no serás capaz de conseguir aquello que te propones, la motivación cae hasta tal punto, que te impide actuar.

Las palabras de otros modifican nuestro comportamiento

Cuidado con lo que decimos

Siempre se ha dicho que las palabras se las lleva el viento, pero nada más lejos de la realidad. Hay palabras que quedan clavadas en tu alma como finas agujas, imperceptibles, pero paralizantes. Algunas palabras pueden hacer que poco a poco, se cree una o varias etiquetas erróneas en la persona, que le hacen actuar exactamente, como la etiqueta que le han colgado.

Pongamos el ejemplo que puse al principio. Imagina que eres un chaval de 17 años, que ha tenido un desliz en un examen, y tus padres, en lugar de preguntarte qué es lo que te ha podido ocurrir, te gritan, te castigan y te dicen que no les extraña que hayas suspendido, porque eres un torpe. Puede que lleguen a decirte, que nunca serás nada en la vida, y que eres un auténtico vago.

Evidentemente, te sentirás muy mal. Primero, puede que tuvieras algún motivo por el que suspendiste, y tus padres ni siquiera te preguntaron, lo cual te hace pensar que no se interesan por ti ni por lo que te ocurre. Lo que interpretas es que solo les interesa que apruebes, y que tú realmente no les importas en absoluto. Ellos no creen en ti. Quizá tengan razón al decirte que eres un torpe y un vago que nunca será nada en la vida…..

Como verás, es muy fácil ir armando una madeja de pensamientos negativos en torno a esa situación, por lo que, si empiezas a creer en lo que te dicen, poco a poco irás pensando que no tienes posibilidades de aprobar, por lo que no merece la pena intentarlo. Te habrás creído lo que te dijeron y por tanto, empezarás a actuar en consecuencia, con pereza y desánimo, por lo que, cada vez irás suspendiendo mas asignaturas e irás intentando cada vez menos aprobar, ya que creerás que no podrás lograrlo. Llegará un momento en el que, si no cambias la perspectiva, y sigues fielmente esas creencias equivocadas, que has instalado firmemente en tu interior, no sabrás qué hacer con tu futuro ni con tu vida. Habrás dejado de creer en ti y en tu valía, y poco a poco te habrás colgado las etiquetas de torpe y de vago, algo que será difícil de quitar si no cambias la perspectiva desde tu interior.

Muchas de nuestras generaciones anteriores, y mal que nos pese, bastantes personas de la nuestra, han creído equivocadamente que, para que una persona reaccione y avance, hay que machacarla psicológicamente, pensando erróneamente que, diciendo por ejemplo, lo torpe que es, va a dejar de serlo, pero nada más lejos de la realidad, pues lo único que se consigue con estos calificativos es, reforzar precisamente lo que se quiere evitar. Nos han enseñado que los errores se pagan, y que éstos son imperdonables, y que se pagan caro, por lo que, muchas veces, cuando nos equivocamos, en lugar de corregirnos para que podamos mejorar, nos juzgan, nos etiquetan y nos castigan duramente, y recordemos que los castigos, no solamente son físicos, sino que una palabra mal dicha puede ser un castigo terrible para nuestro sentir.

Para motivar hay que reforzar lo positivo

Cuidado con lo que decimos

Para el desarrollo de una autoestima sana y fuerte, es necesario el refuerzo, sobre todo en los primeros años de vida, en los que las opiniones externas son muy importantes para nuestro crecimiento interior. Valorar a la persona sus habilidades y motivar en los fallos, haciendo ver que los errores nos sirven para aprender, es fundamental para crecer interiormente con motivación.

Si has leído atentamente este artículo, te habrás dado cuenta de que, hay que tener mucho cuidado con los juicios que hacemos a otros y con los calificativos que lanzamos a los demás, puesto que, si son positivos, pueden ayudar a construir una autoestima fuerte, pero si son degradantes, y el que lo recibe es susceptible emocionalmente, pueden contribuir en gran medida a que esa persona, poco a poco se vaya desmoralizando, y en lugar de ponerse en marcha con la vida, vaya hundiéndose poco a poco en el desánimo y la pereza permanente.

Todos podemos contribuir, teniendo un poco de delicadeza y dejando de juzgar a la ligera, a mejorar un poco nuestras relaciones con otros, a no lograr que éstos se sientan mal con nuestras palabras. A veces, con solo una palabra positiva en el momento adecuado, se puede conseguir, que quien está paralizado emocionalmente, comience de nuevo a caminar.

Si te ha gustado o te has visto reflejado en lo que has leído, te animo a que trates de integrarlo en tu interior, y a que lo compartas, para que otros puedan concienciarse de lo importantes que son las palabras que decimos a otros.

En mi próximo artículo profundizaré un poco más en las causas por las que una persona puede encontrarse en una etapa de estancamiento en su vida. Si te encuentras en esa situación o crees que hay alguien a tu alrededor que lo esté viviendo, te animo a que estés atento para que puedas leerlo.

¡Gracias por leer!

También puede interesarte:

  •  El arte de procrastinar 

  • Abraza tu dolor


Volver a la Portada de Logo Paperblog