Cuidado con los sueños, sobre todo cuando se cumplen.
Cuando un sueño se cumple irrumpe un punto de inflexión en tu vida. Parece que se crea una barrera que separa todo lo vivido hasta el momento de todo aquello que te queda por vivir. Y más cuando has estado mucho tiempo siguiendo ese sueño.
El sueño que ha marcado mi punto de inflexión es Francia. Desde pequeña he sentido siempre una gran atracción por la lengua y la cultura francesa y más tarde, en la adolescencia, germinó la idea de querer experimentar qué era la vida diaria en Francia. Su rutina, ya fuera estudiando o trabajando.
Por diferentes motivos el deseado Erasmus de todo universitario no pudo ser. Al igual que tampoco fue posible ningún curso de verano en el país galo o un intercambio de familias.
Pero el ansiado momento por fin ha llegado.
Tras muchas dudas, consultas, comidas de tarro, ansias e ilusiones, he dado el paso. El GRAN paso. Porque quiero y puedo. Quiero vivir en Francia una temporada sí o sí. Y puedo porque tengo todo el apoyo de las personas que me importan. Sí, soy una afortunada.
Ahora quiero disfrutar de cada momento en mi tierra y con mis seres queridos, vivir el presente y saborear todo ésto porque nunca vas voy a repetir una experiencia semejante.
À bientôt