Hace bastante tiempo que empecé a preocuparme por los ingredientes de los productos que usamos a diario, si ya me conocías sabrás que la limpieza de mi casa se hace con limpiadores caseros y con productos naturales de lo más sencillo, y si estás llegando por primera vez al Blog aquí te dejo algunos enlaces que te pueden interesar:
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Limpieza ecológica.
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Jabón casero a partir de aceite usado.
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Jabón líquido para la lavadora.
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Suavizante para la ropa.
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Limpiador multiusos.
Con el cuidado personal, también trato de usar cosmética natural y productos ecológicos y respetuosos con la piel, pero muchas veces te descuidas, o tienes algún champú o crema que te gusta por el olor o la sensación que te deja, o compras guiándote por las etiquetas frontales (porque hay que ver lo complicada que es entender la composición con todos esos nombres extralargos e hipercomplicados de pronunciar que parece que estén escritos en sueco).
Y eso precisamente es lo que me pasó durante este verano…
Cuidado con el etiquetado de los cosméticos: que no nos tomen el pelo!
Al estar unos días fuera y comprar donde pillas, traté de escoger los productos que me parecieron más naturales y que podían contener menos tóxicos y elegí aquellos que en la etiqueta ponía eso de “95% ingredientes naturales” “0% parabenos, siliconas, colorantes, perfumes…”
Ya en casa, más tranquila, y en uno de esos momentos que estás aburrida en el baño y no tienes qué leer (sin entrar en más detalles ), miro el etiquetado y empiezo a ver nombres de dudosa procedencia. Una búsqueda rápida me dio la voz de alarma sobre uno de los ingredientes principales: sodium laureth/lauryl sulfate.
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Se trata de un detergente cuya función principal es la creación de espuma, al ser muy económico se emplea en la mayoría de geles, champús y pastas de dientes. En varios sitios se puede leer que reseca la piel o la irrita y que puede reaccionar con otros ingredientes y formar nitratos y dioxinas que son cancerígenas. Y hay otros que lo desmienten sin aportar mucha más información a su favor.
Personalmente, no me arriesgo a afirmar que este ingrediente sea perjudicial o no para la salud, pero sí trato de guiarme un poco por el sentido común… la piel es un órgano muy sensible y permeable a través del cual se absorben sustancias que pasan al torrente sanguíneo y a los órganos.
Solemos fijarnos únicamente en lo superficial y en cómo nos hacen sentir los productos que consumimos, por eso no se fabrican productos para que beneficien la piel, sino para que nos hagan sentir (frescor, aroma, pureza, sensualidad, juventud, belleza, perfección…) y para eso, se echa mano de ingredientes que nos proporcionen esa sensación, aunque sea una farsa o un truco de ilusionista (la espuma en sí no limpia más, sólo aparenta), sin pensar en los perjuicios que puede ocasionar a nuestra salud.
¿Qué se puede hacer para cuidar la higiene sin poner en riesgo la salud?
Pues yo he decidido básicamente hacer un uso un poco más consciente de la cosmética y estos son algunos ejemplos:
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No abusar de la higiene.
Está demostrado que un exceso de limpieza y lavados dañan la piel y el cuero cabelludo y eliminan la protección natural del organismo frente a los agentes externos, pero resulta difícil reducirla (el exceso de higiene es ya un hábito en nuestra sociedad). No se trata de volver a las cavernas, se puede mantener un adecuado aseo sin resultar tan agresivo para el organismo. Yo de momento me estoy empezando a concienciar sobre esto y voy tratando de espaciar las veces que me lavo el pelo y, aunque al principio se ensuciaba más, parece que poco a poco lo va agradeciendo y se va regulando la producción de grasa.
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Utilizar productos de cosmética natural y ecológica.
Son productos que ofrecen una serie de garantías sobre sus ingredientes y sellos de confianza. Al no llevar siliconas ni tanta porquería, el pelo y la piel van recuperando su “estado natural” y empiezan a funcionar por sí mismos (por si quieres conocer algunos, estoy incluyendo cada vez más productos de este tipo en la tienda online).
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Hacer productos caseros.
Puedes también aventurarte a hacer tus propios cosméticos (como esta receta de jabón líquido de caléndula y manzanilla). Ya estoy investigando más recetas de champú, geles y pasta de dientes, así que apúntate al boletín aquí y no te pierdas las novedades.
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Utilizar el sentido común.
Si tengo que comprar en cualquier sitio, busco etiquetas que me den confianza o escojo el producto más sencillo. Si te dejas llevar sólo por las imágenes de la etiqueta frontal que hablan de lo bueno y natural que es el producto, es posible que sea puro marketing y escondan otra serie de sustancias igual o más tóxicas. Así que procuro buscar sellos que certifiquen la ausencia de sustancias nocivas o escoger un producto más sencillo, a veces la pastilla de jabón de toda la vida es la mejor opción.
Estas son sólo algunas ideas que he ido poniendo en práctica para huir de los tóxicos en la cosmética del día a día, pero estoy sólo empezando, así que si tienes alguna idea más sobre el tema o quieres contar tu opinión, puedes hacerlo en los comentarios y seguro que nos sirve de gran ayuda.
Y si crees que este artículo puede interesarle a alguien más, te animo a que lo compartas!!!
¡Saludos!