Revista Opinión

Cuidado, niño

Publicado el 27 mayo 2010 por Alfonso

Vamos de vacaciones a cualquier lugar y compramos lo que menos necesitamos pensando en como lucirá en la estantería del salón o la alegría que dibujaremos en el rostro de la persona a quien bien queremos y le decimos que, a pesar de la distancia, la hemos recordado. Salimos de tapas o compras y ya estamos pensando en regresar a casa y comunicar a las amistades el nuevo templo de la tortilla sin huevo o lo bien que nos sienta esa chaqueta. Estamos viendo una obra de teatro y nos apremia el tiempo de recomendársela, o todo lo contrario, a nuestros vecinos. Entramos en la fábrica, perdón, en el centro de trabajo, y divagamos sobre lo que haremos cuando la sirena aúlle. O íbamos, salíamos, estábamos, entrábamos, que no son tiempos de presentes, sino de pasados muy vagos e imperfectos. Y el caso es que lo que se avecina no parece que nos haga retornar a conjugar los verbos en el hoy, aunque pensemos en el mañana, siempre el futuro en nuestra mirada, nunca el disfrute del acto.
De hacer caso a lo que dice Santiago Niño Becerra, barcelonés nacido en 1951 y catedrático en Estructura Económica, todavía estamos en la precrisis, lo cual es como para saltar por la ventana o la tapa de los sesos propia. Con su aspecto de ir los domingos a recoger setas, que luego condimentará con buena disposición y saber, de ser el perfecto compañero de charla en rondas varias de vinos y boquerones, o quesos, de biólogo metido a tardío representante del boom latinoamericano, resulta que lo que dice Niño es palabra de ídem Jesús. Dicen que sus vaticinios sobre la que padecemos se han cumplido -también alguno de los míos, sólo que quién soy yo-, y como, dado su prestigio, sería delito pasar por alto sus apreciaciones de España toda, comunidades independendistas, insulares y norteafricanas incluidas, no está de más fijarse en algunas de ellas -siempre llueve sobre mojado y la tostada cae del lado de la mantequilla, recuerdo- y dejar que el tiempo, siempre el mañana, juzgue al profesor. Veamos:
- “El paro alcanzará en 2012 al 30%, o el 29%, de la población activa.”. Eso se llama horquilla de precisa presión.
- “A partir de julio de este año empezaremos a caer, y 2011 será similar a 1930, el año más duro de la anterior depresión.” “A nivel mundial, caeremos hasta 2012 y nos estancaremos durante 3 años. En España la caída será más profunda y el estancamiento más largo. A partir de ahí habrá una suave recuperación.” ¿Flotamos ahora? ¿Hemos atravesado el suelo sin darnos cuenta? ¿Qué es la suavidad?
- “El PIB descenderá este mismo año entre el 3,5-3,7%. En 2011 bajará entre el 8-8,6 %.” Hago aquí un inciso para decir que algunos ven en los métodos preconizadores de Niño Becerra tanta astrología como diagramas de curvas y barras.
- “Entre 1997 y 2007 los salarios reales crecieron sólo el 0,9%, y nadie protestó porque a la gente se le dio crédito.” Ninguna duda al respecto.
- “En 1933 se levantó la ley seca. No me extrañaría que en 2013 se legalizara la marihuana.” Añadamos que el fútbol no fuese de pago o la a-de-ese-ele menos cara, sería igual de terapeútico.
Desalentador panorama el que pinta Niño. Aunque el fin de la cultura del crédito, debía ser un motivo de alegría para el pueblo, el fin del banquero como amo y señor de nuestras emociones una satisfacción, no lo festejamos. Quizá si los políticos se esforzasen por decir lo que piensan, por votar como creen que es lo mejor para los ciudadanos, no lo correcto para su partido; quizá si las islas Cayman, hinchadas hasta ser feroces cocodrilos, fuesen borradas del mapa, quizá entonces sonreiríamos, los vivas al aire.
En realidad yo suelo mirar hacia atrás tanto como creo en las profecías: poco o nada., así que únicamente como ejercicio de recapacitación me sirven los augurios de Niño Becerra. Además, se nos dice que, independientemente de las medidas que adopte un gobierno, los ciclos se repiten y las crisis pasan, sólo varía el número de cadáveres en las cunetas. Si apenas confío en el género humano, cómo hacerlo en los adivinadores. Igual que miles de losties -¿losers?-, esos que dejan su suerte en manos de la combinación 4-8-15-16-23-42, observan las tapas de las alcantarillas con temblores e inquietud y se hubiesen ahorrado un disgusto de haberse fijado en el cine que facturó John Sayles en el fin de siglo pasado, no creo en guiones, ni guionistas. Lo siento, Niño. eres demasiado... ¿optimista?
CUIDADO, NIÑO
Santiago Niño Becerra

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