Para algunos autores griegos y para Descartes, piedad y compasión tienen el mismo significado. El psiquiatra francés Christophe André expresa sobre la compasión: “No es con sufrimiento sino con alegría y dulzura con lo que podremos guarecer en los demás y en nosotros mismos los dolores causados por la falta de amor; la compasión es ante todo una actitud ante la vida que hay que aprender a cultivar y transmitir.”
¿Qué es lo que hace que seamos compasivos?
La compasión es una cualidad que se relaciona con una actitud altruista que no espera nada a cambio, con el deseo de hacer el bien a otro y, también en términos cristianos, está ampliamente ligada a la misericordia, o sea a sensibilizarnos y a dar ánimo a los necesitados.Como el egotismo nos impide reflejar la compasión, el primer paso que se debe adoptar es eliminar de la conciencia la raíz de egoísmo: el pensamiento individualista.
Muchas veces no se ejercita la capacidad de expresar cualidades divinas por sumergirse cada vez más en los deseos mundanos, con el afán de controlar o tener todo. Para salir de ese nivel, hay que mirar más allá de lo que se ve alrededor y en la superficie, pues así se encuentra la vista espiritual a la que se debe aspirar para liberarse de obstáculos mentales.
El cultivo consciente de la compasión resulta de especial relevancia para los profesionales de la salud. La médica psiquiatra suiza Elisabeth Kübler Ross dedicó su vida a propiciar una medicina más humanizada que incluyera al amor. Sus enseñanzas principalmente se referían a que un corazón compasivo puede sanar casi todo. Defendía sus ideas con vehemencia diciendo que “el mejor servicio que un médico puede prestar a un enfermo es ser una persona amable, atenta, cariñosa y sensible”.
¿Qué es lo que desearían poder esperar los pacientes de sus médicos?
En la relación médico–paciente es imprescindible ejercer dosis de compasión para favorecer la curación. El médico puede desarrollar una relación con el paciente basada en el afecto, una relación que va más allá de las palabras y del conocimiento.
Hay un párrafo muy interesante de la escritora Mary Baker Eddy en su libro Escritos Misceláneos. La autora aquí habla de algo incluso más elevado que la compasión: “El amor no puede ser una mera abstracción, o bondad sin actividad y poder. Como cualidad humana, el glorioso significado del afecto es más que palabras; es la tierna y desinteresada acción hecha en secreto, la silenciosa e incesante oración; el corazón rebosante, que se olvida de sí mismo; … la mano gentil que abre la puerta para visitar al necesitado y al angustiado, al enfermo y al afligido, iluminando así los lugares obscuros de la tierra”.
El que ama desinteresadamente es capaz de estar cada vez más consciente de la omnipresencia del Amor divino y de Su poder para sanar. Expresar cada vez más un amor gozoso por el prójimo ayuda a uno mismo y ésta actitud compasiva conduce al bienestar y a la felicidad.
Cultivar la compasión es una buena opción para encontrar la salud mental integral, además de ser un camino directo hacia el reconocimiento de la esencia del ser espiritual.
Ese despertar de la consciencia hacia el bien común revela que cada uno tiene la cualidad natural de reflejar compasión. Con tantos beneficios, ¿por qué no empezar a cultivarla?