Francia acaba de ser ocupada. Es un momento dulce para la Alemania nazi, que ha conquistado prácticamente toda Europa. Solo queda Gran Bretaña para combatirla.
Es muy necesario que países afines a los nazis y los fascistas alemanes e italianos, no participen activamente en el conflicto. Se hace imprescindible ampliar las zonas de influencia británicas. Precisamente por ello, y porque en territorio de la península ibérica se encuentra Gibraltar, un importante enclave británico fundamental para controlar el paso de barcos a través del Estrecho, España es un punto de vital importancia estratégica.
En ese contexto, en el verano de 1940, aparece en Madrid el British Institute, ahora British Council. El artífice de este proyecto es Walter Starkie, un católico irlandés que, aprovechando su reconocido hispanismo, su amistad con el duque de Alba (embajador en Londres) y su puesto como Académico Correspondiente en la RAE, lo establece en el 17 de la calle Mendez Nuñez, junto al madrileño parque de El Retiro y próximo al Hotel Ritz que se había convertido en un nido de espías.
El British Council nació en 1934 para fomentar la cultura británica, la lengua inglesa y las relaciones culturales por todo el mundo y con esa idea Walter Starkie empieza a trabajar en el Madrid de la posguerra, intentando atraer a personas influyentes en el régimen de Franco poco afines al fascismo que controlaba Europa para evitar la entrada de España en la guerra. Pero tras esa fachada de cultura británica y enseñanza del inglés se esconden otras actividades encubiertas.
Durante la Segunda Guerra Mundial España era un nido de espías y lugar de paso para un buen número de personas que huyen de la guerra y las deportaciones. Starkie quiere tomar partido en la lucha contra los nazis y a través del club social, el colegio y la academia comienza a fomentar la influencia británica en la capital española, para ello el embajador británico lo nombra agregado cultural. Con la colaboración de Margarita Taylor, la propietaria del emblemático y ya desaparecido salón de té Embassy, del Paso de la Castellana y Eduardo Martínez Alonso, el médico del colegio y de la embajada británica organiza una serie de rutas de escape clandestinas para sacar de España a huidos de los nazis, principalmente judíos.
Quien organizaba las vías de escape era el doctor Eduardo Martínez Alonso que como médico de la Embajada británica, sacaba a presos del campo de concentración de Miranda de Ebro, que atravesaban ilegalmente la frontera francesa, los llevaba a Madrid, donde se alojaban en el mismo British Council, en casas del grupo, o en los sótanos de Embassy, luego cruzaban la frontera con Portugal, por Galicia.
Durante el resto de la guerra lograron salvar varios miles de personas a pesar de que Martínez Alonso poco después de casarse, tuvo que huir por una de sus mismas rutas hacia Portugal e Inglaterra, perseguido por la Gestapo.
El club social tambien fue una importante fuente de información, ya que a el acudían personalidades de la época y por supuesto espías de ambos bandos que también frecuentaban el salón Embassy.
Quiero dar la gracias a Marina Pérez de Arcos por la información obtenida durante la mesa redonda y el desayuno informativo "El British Council y la Segunda Guerra Mundial: lenguaje, cultura y espionaje" que nos ofreció en la sede del British Council en Madrid (28/09/2017) y a su director Andy Mackay.
Articulo anteriormente publicado en la web de la Asociación Sociocultural Cincuentopía, donde colaboro habitualmente con una la sección El Cine y la Historia.
Para saber más:
Yo fui al Británico, editado por el British Council y JdeJ Ediciones
British Council
El Confidencial
El Diario.es
Biografías y Vidas