Si tenéis la brillante osadía de viajar a Estados Unidos en el mes de agosto, tendréis la posibilidad de visitar el Festival Burning Man, que se celebra cada año, desde hace medio siglo, en medio del desierto de Nevada y al que acuden más de 50 mil personas cada edición, conjugando así uno de los mayores encuentros humanos, espontáneos y vitales, del planeta.
© Luke Szczepanski
Pero si nunca habíais oído hablar de este evento y queréis saber desde un principio qué es, deciros que explicar eso es casi tan difícil como hacerle entender a tu abuela que es un meme, pero aún así lo intentaremos.
Desde mediados de los 80, lo más granado de la cultura post-hippie y new age, más un montón de curiosos y millares de adeptos a todo tipo de tendencias más, se congregan al noroeste de Reno, en Nevada, muy cerca del lago Pyramid, en torno a una escultura de madera gigante, que será prendida fuego el último día del festival, después de 5 noches de psicodelia, arquitectura efímera, comunión e intercambio.
A priori podría ser la definición de cualquier macroconcierto veraniego tipo Festimad, pero encierra mucho más que una revisión caleidoscópica y post-modernista de Woodstock, no son sólo unos cuantos colgaos en una pradera.
Black Rock, se convierte durante una semana en una ciudad que se genera y se destruye de manera natural y coordinada, la cuadratura del círculo, el desorden del orden y en la que conviven mutantes humanos y seres artistas de toda índole invadiendo cada uno su correspondiente pedacito de tierra. Porque la ciudad está en medio de la nada, sobre el abrasador suelo de yeso del desierto, pero en ella hay calles y parcelas, servicios, transportes y hasta correo (postal, se entiende).
Todo creado para durar un instante, con fecha de caducidad, reparadora y biodegradable, pues la intención del festival es aparecer, existir durante un momento como escaparate mundial de excentricidad artística y ritual neopagano de confraternización y autoexpresión cultural, para después desvanecerse, sin alterar el entorno, para retornar 12 meses después a continuar un ciclo vital y eterno.
En 1986, Larry Harvey y Jerry James, hicieron una fiesta de playa en San Francisco, en la que además de poesía, música y exposiciones de arte, se quemó una estatua de madera de más de 2 metros de altura. Por su parte, Kevin Evans y John Law, concibieron en 1990 el ‘Zone Trip #4′ en el desierto de Black Rock, que sería un evento cultural en el que se expondrían presentaciones de arte y esculturas, que después serían quemadas.
Así nació este ‘Hombre ardiendo’, de la conjunción de ambas ideas, provocando este mega festival que reúne cientos de expresiones artísticas y culturales durante unos días, en una ciudad perecedera semicircular y enorme, en torno a un tótem de madera que resplandecerá en el ritual que traerá el solsticio de verano. Antes, una semana de exposiciones, actividades, comercio, creatividad, extravagancia, originalidad. Todo al servicio del arte, la cultura y la expresividad natural como seres humanos.
Aunque todavía quedan algunos meses para su edición número 26, las entradas ya están a la venta (porque habitar durante una semana en el maravilloso mundo de Oz, no es gratis amigos…) y el sistema es bastante complejo.
De entre los inscritos para participar (ya seas artista que expondrá en el evento, como simple visitante que quiere pasárselo piruleta viendo la fauna), 3000 entradas ya han sido adjudicadas por sorteo. El grueso del aforo, 40.000 entradas, también se han puesto a la venta por sorteo entre los siguientes inscritos y en estos días están recibiendo la notificación de su premio (trofeo que no les evita pagar entre 200 y 400 euros para participar).
Para los más lentos, a finales de Marzo se abrirá otro plazo de venta, ya sin registro, que facilitará otras 10.000 entradas y que seguirá la estricta regla de ‘tonto el último’, a través de una venta online.
Pero no desesperéis, porque todavía hay más. Si no habéis podido conseguir entrada, o se os va de presupuesto el asunto, existen unas low cost, para casos especiales en los que exista cierta falta de recursos económicos. Previa acreditación, tendréis acceso a 4000 entradas que rondarán los 150 euros.
Por si lo que queréis es verlo desde aquí, os dejamos una colección de fotos que os recomendamos ampliéis en la web oficial del Burning Man.
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