Cumpleaños (por Isa)

Cada vez más velitas :-)

Desde que soy consciente de la existencia de los cumpleaños, hay una sensación que tengo asociada al mío y es el dolor de tripa. Sí, ya sé que es poco glamuroso pero así es.
Hasta hace años el malestar gastrointestinal era una consecuencia psicosomática del estado de excitación previo a la efeméride; primero, de pequeña, por la dulce incertidumbre de los regalos y las sorpresas. Más adelante, ya de adulta, se sumaron los nervios derivados de la organización del evento más especial del año, ese que me permite agasajar a la gente que quiero y dejarme mimar por ellos al mismo tiempo.
A estas fuentes de tensión en el aparato digestivo se agregó hace ya unos años la angustia al comprobar que el tiempo pasa cada vez más rápido, y que en la balanza de la vida, los años vividos y los años por vivir comienzan a igualarse o lo que es peor a pesar más del lado del pasado. Así estoy, con tratamiento para prevenir la 'úlcera del aniversario'.
Conozco gente que confiesa sin rubor que ni le gusta su cumpleaños ni lo celebra, pero lo cierto es que a mí a pesar del dolor de tripa, me encanta. Me sigue emocionando como cuando era niña... Y eso que de niña ya me queda más bien poco. 
Hacer recuento de mis vivencias, recordar anécdotas pasadas, visualizarme con coletas soplando velitas o como quinceañera heavy abriendo regalos entre minis de calimotxo pero siempre rodeada de gente, de amigos y familia, seres especiales... De esos que me hacen ver día a día la bendición que es cumplir años.