El partido antisistema ha tenido, la pasada semana, una nueva ocurrencia político social, de profundo calado y extrema relevancia, ahora que las empresas empiezan a abandonar la comunidad autónoma catalana, buscando la tranquilidad de la que carecen en el futuro nuevo estado en otras localizaciones de nuestra geografía. “Soberanía alimentaria y aranceles para alimentos no catalanes” es la propuesta de la CUP para este 21-D. Los mismos que se rasgaron las vestiduras cuando, entre ciertos sectores de la población nacional corrió un “slogan” para no consumir productos catalanes, pretenden ahora gravar alimentos de otras regiones españolas. No va a dejar de ser curioso, porque su “pan tumaca” está, las más de la veces, confeccionado con harina castellana, lleva aceite de oliva andaluz y se acompaña de jamón ibérico salmantino, todo un elenco de catalanismo gastronómico, defendible solalmente desde la ignorancia, a veces más peligrosa todavía que el rencor idiopático que aqueja esta gente.