De la reunión en la que
se acordó Junts pel Sí, la CUP se fue
antes de tiempo. Su rechazo vino por la no aceptación de una lista sin partidos
políticos. La propuesta cupaire
consistía en apoyar esa lista que proponían las entidades sociales –cuando sólo
eran sociales- y, además, comprometerse entre todos a convocar elecciones
constituyentes en Febrero de 2016. Esta jugada hubiera desactivado los ataques
del unionismo –que aducen que el procés es
Mas, y que Mas es el procés y que
utilizan la corrupción de CDC como arma política- y habría logrado un consenso
social tremendo. Pero también habría imposibilitado que Artur Mas renovara
cargo, ya que existe la obligación de que la presidencia la ocupe un
parlamentario.
Teniendo claro que
presentarían una lista propia, la CUP ha optado por aliarse con otros sectores
del independentismo popular. El camino para la creación de su lista ha sufrido
dos resbalones que, sin embargo, han pasado sin mayor sufrimiento mediático y político.
El primero fue el proceso de primarias, donde el Secretariado Nacional decidió
ofrecer a la militancia la votación de los cinco primeros lugares de la lista
en bloque –también mantuvo la posibilidad de votar individualmente a cada
candidato-, algo que casa mal con el asamblearismo de la formación, pero que
fue aceptado, en su inmensa mayoría por la militancia.
El segundo fue el intento
–abortado por una cuestión técnica de la Junta Electoral- de colocar en un
lugar simbólico de la lista a Ramón Cotarelo García, intelectual español que
defiende la autodeterminación de Cataluya. Cotarelo, con el que coincidí en los
años de Facultad, parece ser que fue en el pasado asesor del gobierno de Felipe
González, y defensor de unas políticas liberales de las que ahora no parece
acordarse. Un ramalazo provinciano y extravagante el de querer contar con un
intelectual español abiertamente proindependentista, obviando su trayectoria
personal y política anterior.
También pecó de lentitud
política, ya que podía haberse apropiado del espacio que ahora ocupa
–aparentemente- Catalunya Sí Que es Pot,
y haber hecho que ésta girara hacia el independentismo, y no hacia la
indefinición.
Sea como sea, la lista
estará finalmente liderada por el periodista Antonio Baños -imprescindible periodista catalán- y pensada para no
gobernar. Pero parece que tendrá la fuerza suficiente como para ser decisiva
tanto en el eje nacional como en el social. En el eje nacional, y viendo sus
demandas de hace un año, para democratizar el procés, la CUP tendría que ser fundamental para hacer del
independentismo institucional un juego transparente y democrático. No como se
ha venido gestionando hasta ahora. En el eje social, la CUP –y así lo ha venido
insinuando Baños- puede reventar Junts
pel Sí y evitar que esta legislatura se vuelva a convertir en la
legislatura de los recortes y las privatizaciones, como las dos anteriores,
invitando a los representantes de Junts
Pel Sí que salgan elegidos en el Parlament, a saltarse la disciplina de
voto en favor de las políticas sociales. Además, en ambos ejes también puede
ser punto de unión entre algunas familias de Junts pel Sí y Catalunya Sí
Que es Pot (CSQP). Es un juego al que Antonio Baños ya está haciendo
guiños.
Si cuando surgió Junts pel Sí todo parecía indicar que la
CUP vería muy acortado su techo de crecimiento, el debate y los desplantes
entre Romeva y CDC por ver quién debía ser el candidato de su lista al
Parlament pueden acabar beneficiándoles. Romeva ya lo ha asumido: será Artur
Mas el candidato de Junts pel Sí. Y
aunque esta lista intente llevarse el discurso electoral fuera de los ejes
izquierda-derecha, si la CUP logra vincular independentismo y lucha social,
podrá reventar el techo de los 12 parlamentarios que le daban las mejores
encuestas.
Para incrementar aún más
su diferenciación con Junts Pel Sí,
deberían poner en valor el estupendo trabajo de investigación sobre la
corrupción catalana –un sistema made in
CiU- que han venido desarrollando en este último año de legislatura. Son
los indepes de izquierdas, sociales
y, además, claramente posicionados con que la gente pueda votar aquello que les
afecta. Y Baños tiene una soltura increíble a la hora de demostrar y naturalizar los argumentos de esta candidatura.
Su principal reto
consistirá en hacer que el procés
vuelva a ser del pueblo, tal
como apuntó el antropólogo Manuel Delgado. Si gana el independentismo, la
CUP deberá evitar que haya padres de
la nación –por muy interesado que esté en sacrificarse Artur Mas- y devolver la
capacidad de construcción nacional a toda la ciudadanía. Si no gana el
independentismo, su función será clave en un Parlament por primera vez más tendente a la izquierda que a la
derecha.