El iPad tiene cincuenta minutos de grabación. Veo mi despacho. Mi silueta de espaldas. Un buen plano del diván y la estantería.
Un escalofrío me recorre la espalda.
Solo se escucha mi voz.
Haciendo preguntas.
A una pared.
En el hueco donde estaba sentado Cupido… no hay nada.
Nada de nada.
El iPad se me cae de las manos.
Definitivo.
Estoy como una cabra.
Aún aturdida, algo llama mi atención. Encima de un libro hay algo.
Una pluma blanca.
La tomo y estornudo.
La guardo en el cajón del escritorio junto con la otra. Ahora tengo dos plumas de Cupido. ¿Sirven como prueba?
Quiero recordar sus palabras.
*»El amor virtual nos desconcierta. Los cerebros, los corazones…»*
Me molesta. Yo fui una de esas personas que se enamoró de un *nick*, de una foto, de una forma de escribir. Salió mal. Nada era lo que parecía. Pero… tal vez Cupido no pudo lanzar sus flechas a través de la fibra óptica.
Miro las dos plumas en el cajón.
Son lo único que me queda para no perder la cordura.
Pero su voz sigue en mi cabeza.
*»El amor no es eterno.»*
Esa afirmación me inquieta.
Hace días atiendo a una viuda incapaz de superar una historia de amor que duró más de cincuenta años. Solo terminó con la muerte de su esposo. O tal vez ni siquiera terminó.
El próximo día le preguntaré a Cupido por esto.
Me sorprende su visión matemática del amor.
Biología.
Química.
Termodinámica.
*»Si un cuerpo deja de recibir calor, se enfría. El amor es igual. Necesita un aporte externo de energía.»*
Dice que lo de las flechas es una patraña. Que no lo divulgue. Se queda sin trabajo.
—Crear amor no es difícil. En los inicios, la biología y la química del cerebro nos ayudan. En los primeros meses de enamoramiento, hay un aumento de cortisol. Eso provoca ansiedad, sudoración, taquicardia… lo que los humanos llaman «mariposas en el estómago».
Explica que el cerebro activa regiones de placer y apaga las de juicio crítico.
—Por eso «el amor es ciego». Por eso llevo la venda.
Me queda clara su teoría: el amor se calienta, pero si no recibe energía, se enfría.
Y mantener el fuego requiere esfuerzo.
Palabra incómoda cuando se habla de amor.
No puedo ayudar a Cupido.
Es un hombre atrapado en el cuerpo de un niño, víctima del desamor, insatisfecho laboralmente, relegado a un simple icono.
Y lo peor… no cree en el amor.
Si soy coherente con mi profesión, debo recomendarle una baja laboral indefinida.
Este 14 de febrero, San Valentín tendrá que arreglárselas solo.
(Continuará…)
