La cantidad de kilómetros que camina una persona a lo largo de toda su vida suele ser tan grande que solo se puede contabilizar en cifras que superan con creces los cientos de miles. Por las condiciones de vida que existen en la actualidad (el uso de un calzado que muchas veces resulta inadecuado para el pie) este hecho puede dar origen a diferentes afecciones en las plantas y entre los dedos de los pies. Una de las más comunes en casi todo el mundo es la de los callos.
Los callos, en la mayoría de los casos, se producen como un medio protector que tiene el organismo para luchar contra la enorme cantidad de fricciones que se producen. Si bien los pies son uno de los centros corporales en los que los callos se presentan las más de las veces también es necesario tener en cuenta que estas afecciones pueden presentarse en las manos y en otras partes del cuerpo.
Una de las características más notorias de los callos en los pies es la piel muerta que suele depositarse en los mismos y las zonas que afectan (los callos casi siempre se presentan sobre los talones, en la parte interna del dedo gordo del pie y por encima de los juanetes. En caso de tener un callo es importante no cortarlo, utilizar un calzado más cómodo, separar correctamente los dedos del pie, mejorar la dieta y aplicar cremas hidratantes de forma ocasional. También se pueden poner en práctica algunos remedios naturales a base de hierbas medicinales. Uno de los remedios clásicos en casos callos en los pies es la aplicación de piedra pómez, continuando con una aplicación de cebolla y un poco de tintura de árnica. Para ablandar los callos lo mejor es el aceite de oliva y el ajo (se pueden frotar ambos elementos sobre el callo y dejar cubierto con una tela).