De cuando en cuando conviene darse una vuelta frente al espejo, para quitarse las telarañas, refrescarse la mente o tomar un poco de impulso.
Un buen punto de partida suele ser una cura depurativa, a fondo, para soltar lastre y renovarnos.
Iremos por partes: Nuestro exterior, la piel; Nuestro interior, la dieta; Nuestro interior mas interior, nuestras emociones; y finalmente, nuestro entorno, que abarca desde nuestro ropero hasta nuestras actividades y relaciones. En sucesivas entradas iremos tocando cada tema. En esta hablaremos de la piel.
Así que, pónganse la escafandra, que comenzamos.Pasa a veces que nos miramos las piernas y con dos ojos amarillos podrían ser dos lagartos. ¡Qué horror, me tengo que dar crema!, y nos aplicamos a intentar sujetar las escamas que se empeñan en levantarse con manos y manos de crema hidratante.¡Detente, detente!La piel te avisa: ¡Estoy muerta, déjame marchar!, Así es que lo mejor es que hagas caso a tu organismo y le acompañes en vez de luchar contra él.¿Cómo lo resolvemos? Al menos una vez a la semana, con un cepillo duro de cerdas naturales y en seco, hay que cepillarse en círculos, en sentido ascendente, una pierna, en círculos hacia arriba, después la otra pierna, los glúteos, las caderas, los brazos empezando por las manos, los hombros, la espalda, el cuello y la cara. Después, con una manopla de crin, y también en seco, nos masajearemos igualmente en círculos y en sentido ascendente, igual que hemos hecho con el cepillado. Podemos ducharnos preferiblemente utilizando un jabón natural, y con algo de crema hidratante, podremos presumir de una piel suave y brillante y sobre todo saneada y limpia.