Un cura recién ordenado se confiesa por primera vez con su obispo:
- Dime, hijo mío, ¿qué tal has llevado los votos durante esta, tu primera semana?.
-
Verá eminencia, en cuanto a la pobreza he regalado mi hábito y me visto
con uno que ya se había desechado, mis sandalias están rotas y llenas
de agujeros y doy la mitad de mi comida a los pobres que vienen al
comedor.
- Muy bien, hijo mío, muy bien, continúa.
- En cuanto a
la obediencia hago cualquier cosa que me mande cualquier otro padre sin
pensar en si es justo o adecuado, dando gracias al Señor por tener el
privilegio de obedecer.
- Muy bien, hijo mío, excelente, excelente.
- Finalmente, eminencia, esta semana le hice el amor a 37 mujeres.
El Obispo casi se cae de la silla y con los ojos desorbitados pregunta:
- Pero, ¡hijo mío!. ¡¿Y el voto de castidad?!.
El curita, asustado y con cara de perplejidad responde:
- Pero... pero... ¿no era de CANTIDAD?.