Revista Homo

Curar la homosexualidad

Por Albertorm

Curar la homosexualidad Me sorprende que, en pleno siglo XXI, todavía haya personas que crean que la homosexualidad es una enfermedad y que puede curarse. Me sorprende todavía más que Josep Antoni Duran i Lleida, portavoz de CIU en el Congreso, se muestre "en contra de represaliar la asistencia médica a las personas que intentan modificar su homosexualidad o controlarla", tras conocerse que la Generalitat ha expedientado a una clínica que supuestamente ofrece pastillas y tratamientos psiquiátricos a sus pacientes para que dejen de ser gays. Si consideramos negligente a aquel médico que no trata y cura una enfermedad que manifiesta claramente todos sus síntomas, ¿por qué no ha de sancionarse a quien intenta curar a quien no está enfermo?
A estas alturas de la vida aún hay quien no quiere ver que existen muchos homosexuales disfrazados de heterosexuales que, por sus convicciones religiosas (impuestas o "heredadas") y los perjuicios sociales todavía existentes, son incapaces de aceptarse a si mismos y, atrapados en ese odio a su propia identidad, deciden esconder su realidad y lo que son a sus amigos y a sus familias simplemente por no sentir en sus carnes el rechazo que diariamente se palpa en comentarios y burlas grotescas hacia un colectivo. En esa huida secreta de si mismos y en la búsqueda de la aceptación social, acaban uniendo su futuro al de una persona con la que no existe el mismo nivel de compromiso, ocultando a todos su doble vida, o abrazando un forzado celibato que termina en el abuso de los indefensos a los que se les exige el mismo silencio. Todo ello hasta el día en que, incapaces de soportar el engaño impuesto, comprenden que la aprobación y el respeto por parte de los demás comienza por la aprobación y respeto de uno mismo. La única curación que existe es la de la homofobia alimentada por los prejuicios, el odio y la ignorancia, y el único tránsito que se produce es el del autorechazo a la aceptación de lo que cada uno es desde el mismo día de su nacimiento.
Decía Einstein que "todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas". Hágaselo mirar, señor Duran i Lleida: se ahorrará algunas palabras que, en el siglo XXI, solo amamantan a la ignorancia y siguen haciendo mucho daño.

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