Antonio Viñas, párroco de Sant Miquel de Fluvià (Gerona) el pasado domingo, desnudándose ante su feligresía.
Una vecina, trata de evitar el desnudo del cura.
Párroco de Noez, en Internet.
El pasado domingo, Antoni Viñas, párroco de Sant Miquel de Fluvià (Girona), puso, en la misa, música de Beethoven. Empezó a hablar de la muerte de sus padres y mostró a los feligreses una foto de su infancia. Luego se quitó la casulla con ayuda de los monaguillos, se despojó de la camiseta y se quedó con unos pantalones que le llegaban por debajo de las rodillas y unas sandalias. El reverendo pretendía hacer una acción simbólica de reconciliación comunitaria. Pero, antes de que pudiera desprenderse del cinturón para flagelarse ante los fieles, el alcalde y otros vecinos le pararon. Los hechos se produjeron en la Fiesta de las Personas Mayores, inscrita en la Fiesta de la Espina de la localidad.
El párroco, de 78 años, quería hacerse perdonar por los feligreses y por el alcalde, Àngel Posas, con quien mantenía algunas diferencias en los últimos meses. Y, “guiado por Jesús” –que se le apareció en sueños, según contaba–, ideó la forma de mostrar su arrepentimiento. Pero su acto de contrición, que incluía el desnudarse a medias en plena misa, no fue entendido por la parroquia. Cuando mosén Viñas cumplió los 75 años, explica, presentó la renuncia por jubilación al anterior obispo, Carles Soler. “Me pidió que siguiera en las parroquias de Sant Miquel y de Sant Mori. ‘Ya sabes que no tenemos curas’, me dijo. Como yo estaba bien, le dije que sí!”. Luego, el cura comenzó a sufrir ciertos achaques. Los vecinos de Sant Miquel reconocen que descuidaba la higiene personal y sufría traiciones del cuerpo que le hacían muy difícil el servicio pastoral. “Desde hace unos meses, lloraba sin motivo aparente, apenas comía y parecía sufrir una depresión”, dice de él una comerciante del pueblo, que no se explica cómo el obispado le ha dejado ejercer durante los últimos años. Y, entre sus preocupaciones, la llamada de la iglesia. Antoni Viñas había pedido la colaboración para que la iglesia parroquial pudiera volver a tener campanas, un sueño que quería convertir en una realidad antes de acabar el año.
Otro ejemplo de curas que se desnudan ante el público –a lo mejor ¿quién sabe? es para mostrarse tal como son en la intimidad– fue el protagonizado por Samuel Martín, de la localidad toledana de Noez y Totanés. Hace tres meses, este sacerdote con cuarenta años menos que mosén Viñas, también se mostró desnudo. En este caso su gesto no lo protagonizó delante de sus feligreses, sino a sus espaldas. Lo hizo motu propio, mostrándose en las páginas pornográficas de Internet y dejando oír su voz por las líneas telefónicas eróticas. El joven cura ,de 27, años se había gastado en ellas 17.000 euros provenientes del dinero que, en su mayor parte, sustrajo a las hermandades y cofradías de Semana Santa de Noez (mil habitantes) y Totanés (unos 500). Al parecer, al joven y más que “presentable” cura le costaba cumplir con la norma del celibato. Según la alcaldesa de Noez, Yolanda Sánchez, las actividades extra-religiosas del párroco eran un secreto a gritos y, entre los vecinos, se hacían “comentarios de este tipo”. Según “El Mundo”, se había presentado como “Héctor, hombre hetero-español, al servicio de tu felicidad”. “Para mujeres y parejas. Bien dotado (15 cm)… Estoy abierto a todo, excepto al sado. No os arrepentiréis. Os haré gozar de felicidad como nunca”, decía el anuncio, que fue retirado de la red. Sus tarifas oscilaban entre los 50 euros por 15 minutos de servicio y los 120 euros por hora. Pero, la Archidiócesis de Toledo no le cesó por sus escarceos sexuales sino por las irregularidades detectadas en las cuentas.