Revista Comunicación

Curiosidades a mala leche

Publicado el 25 septiembre 2013 por Martu_ki
Hoy vamos a hablar de curiosidades, pero no de esas que dices... qué interesante, sino de esas que te ríes y piensas cuánta razón, y que nadie más se dé cuenta… Pero lo que no vemos es que sí, alguien más se da cuenta. Todo el mundo se da cuenta. Todos, menos el que lo hizo. Una medalla para ese héroe.


¿Por qué cuando buscas una papelera no ves ni una?Curiosidades a mala lechePor alguna extraña razón, ayer no fui capaz de encontrar una papelera en, al menos,  un kilómetro a la redonda. Tan solo quería tirar un chicle. Me cansé de mascarlo pero está feo tirarlo al suelo. Más que feo, es una auténtica cochinada o, dicho finamente, poco cívico. Pero no había papeleras. Ni una. Ni de lejos, ni llenas ni vacías. No había. Al final tuve que lanzarlo en un contenedor previa  duda de si lanzarlo al de orgánica o al de plástico. Eso sí, en cuanto me hube deshecho de él, tan pronto giré la esquina tomando el inhóspito y solitario paseo que rodea los últimos edificios construidos en mi ciudad (los pisos siguen sin vender y están vacíos), pude contar alrededor de 15 modernas papeleras (una cada dos árboles para ser más exactos) en un recorrido de no más de 200 metros. Vacías. Todas vacías. Como la calle. Como los pisos.El mismo criterio de “todas en uno y ninguna en cien” podría ser aplicable a tantas otras circunstancias como la búsqueda de una gasolinera en momentos de necesidad, llamadas a tu móvil (cronológicamente coincidentes en el mismo minuto del día), etc.Productos con dificultad añadida¿Habéis probado últimamente a abrir una lata de mejillones (por poner un sucio ejemplo) en escabeche? El que inventó tan genial invento (válgame la redundancia) era un inventor con muy mala leche (me disculpen ustedes y me disculpe el inventor). Algo debió pasarle momentos antes de tan ingeniosa idea y a cambio nos imprimió su invento cargadito de rabia y venganza. Porque es como una venganza oiga… Conseguir abrirla sin mancharte y salir airoso manteniendo los cinco dedos de tu mano ilesos es misión casi imposible, diría yo.El mismo criterio de “abrir o morir” es aplicable a bricks de leche, zumos, paquetes de azúcar, arroz, calamares en su tinta y un largo etc (aunque unos manchen más que otros).Petición: Quiero conocer en persona a los directores del departamento de calidad de algunas empresas comerciales de productos alimenticios. A ellos seguro que se los dan a probar servido en vajilla de lujo y sin lata ¿verdad?Me perdí siguiendo indicacionesCapítulo aparte necesitaría el tema de los itinerarios. Los empleados de carreteras del estado cumplen órdenes, imagino. Les dicen coloca este cartel aquí y ellos van, lo colocan, se comen el bocata y se largan. Pero acaban de colocar un cartel que pone “casa rurual a 2 kms” o “Cuenca a 20 kms” (justo a 200 metros de otro que indicaba que Cuenca estaba a 22 kms). Los kilómetros más cortos de la historia, añadiría, y existen unos cuantos en nuestro país.Curiosidades a mala lecheLo mejor es, sin ánimo lucrativo ni comercial lo digo, recurrir a los gps. Esos aparatitos que poníamos en el salpicadero del coche y nos iban hablando con voz robótica todos compinchados con alguna cadena secreta de restaurantes y áreas de servicio que, aunque te queden a 200 kms haciendo un bonito y turístico rodeo, insisten en redirigir tu ruta si decides acortar camino guiado por algo obsoleto llamado sentido común. Pero ahora todos tenemos gps en nuestros teléfonos móviles. Han mejorado algo "la voz femenina que te habla" aunque más que hablar, ordena. Bastante desagradable la mayoría de ocasiones, bien parece que hayan contratado alguna mujer procedente del ejército profesional ya jubilada para hacernos vagar por esos caminos de dios sin ton ni son, que no sin tomtom.Curiosidades a mala lecheCuriosidades del vivir... algo parecido a la famosa y tan prolífica Ley de Murphy: ligar cuando menos arreglado vas, encontrarse con un amigo cuando más prisa llevas, que el semáforo esté en rojo y tú llegues tarde, que te pique la nariz con las manos manchadas, pasarse una hora buscando aparcamiento para que después salgan 3 al mismo tiempo, que llueva cuando no llevas paraguas, que salga el sol cuando te olvidas las gafas de sol, que se presente tu madre en casa sin previo aviso justo el día que decides la imperiosa necesidad de limpiar la leonera, agotar el agua caliente mientras te enjabonas el pelo, que la cola de la cajera de al lado avance muuucho más rápido que la tuya... esas pequeñas cosas que hacen interesante el día a día, poniéndote a prueba una y otra vez.La curiosidad del día es explicaros que he descubierto que el tal Murphy existió realmente. Al parecer, el tío (si se me permite la confianza) trabajaba con pruebas de cohetes sobre rieles (oficio extinguido actualmente, no os hagáis ilusiones que os conozco). Ya empezando por ahí... ¿qué podemos esperar? El caso es que el asistente de Murphy montó unos arneses mal y, como consecuencia, el experimento falló, obviamente. Murphy, que debía estar algo enfadadillo (seguro que había intentado tirar su chicle en una papelera 5 minutos antes), le echó toda la culpa a su poco hábil asistente diciendo algo así como "si esa persona tiene una forma de cometer un error, lo hará". Pero los amiguetes, entre risas y jocosos comentarios, transformaron las palabras de Murphy en "si puede ocurrir, ocurrirá". Y ocurrió. Su negatividad se convirtió en Ley, por los hijos de tus hijos y los nietos de tus nietos, amén.Así que, como siempre, la mejor respuesta: paciencia y tolerancia... ¡ah! y mucha risa; éso que no falte.Sed buenos pero, sobre todo, sed felices, y si no mascáis chicles, mejor.


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