Revista Deportes

Curiosidades del Mundial (y III)

Publicado el 03 junio 2010 por Miguelangelh

Curiosidades del Mundial (y III)

Michel, seleccionador in pectore

Es posible que la carrera como entrenador de Michel comenzara mucho antes de lo que se piensa. Incluso de lo que piensa él mismo. Pudo ser, quizá, un lejanísimo 18 de julio de 1986, poco antes del histórico España-Dinamarca, el partido de los cuatro goles de Butragueño. “Hablé con Emilio el día del partido. Le dije que tenía que jugar sólo en los últimos 20 metros del campo. Él no estaba muy de acuerdo, pero me hizo caso”. Ese día, Butragueño aplastó, él solito, a Dinamarca, uno de los grandes favoritos al título, y se consagró como una estrella mundial. Tras el partido, Michel se le acercó y le dijo: “Me darás las gracias por el consejo, ¿no?”.

Nunca es tarde para el talento

Un tal Roger Milla explotó en el Mundial de Italia’90. Nada extraño; en los Mundiales surgen estrellas espontáneas, que vienen y se van con gran rapidez, como Totó Squillacci. Lo extraño en el caso de Milla era su edad: 38 castañas.

En realidad, el internacional por Camerún ya había decidido dejar la selección, pero una llamada le convenció para que jugase el Mundial. Allí, libre de toda presión, este delantero sobrado de talento y de vuelta de todo se destapó ante el mundo, después de quemar casi toda su carrera deportiva en equipos franceses de medio pelo.

Milla hizo de la sonrisa una de las imágenes del Mundial, puso de moda la celebración de los goles con bailecitos más o menos ridículos y, sobre todo, llevó a Camerún al mejor papel de su historia. Sólo la gran Inglaterra de Gascoigne, Waddle o Platt, entre otros, pudo apartarla -con un gol in extremis que le condujo a una prórroga salvadora-, de las semifinales.

El más mortal de los errores

En el fútbol, hay errores y errores. En España, mandamos a Cardeñosa a Brasil para que gafe a la canarinha, pero en otros países no se toman las cosas tan a la ligera. Como en el propio Brasil. Que se lo pregunten a Barbosa, por ejemplo.

Sin embargo, lo que pasó con el colombiano Andrés Escobar superó todo lo visto en el mundo del fútbol. El zaguero se hizo un autogol ante Estados Unidos. Era un partido de la primera fase y Colombia, que se presentaba con una selección potente, acabó última de grupo y eliminada de forma sorprendente. De regreso a Casa, Escobar fue asesinado en una discoteca. Un tal Humberto Muñoz Castro le metió 12 tiros.

La muerte de Escobar conmocionó al mundo del fútbol, que se replanteó su propia importancia. Sin embargo, es muy posible que tras su asesinato hubiera otros intereses, como los de las mafias del juego. Una teoría que avala la liberación del asesino de Escobar tras cumplir sólo 11 de los 43 años de prisión a los que fue condenado.

La perfidia de Inglaterra contra Beckham

David Beckham era ya una estrella en el Mundial de 1998, pero carecía de experiencia internacional, o quizá sea más preciso decir picardía. Algo de lo que los argentinos en general, y en particular el Cholo Simeone, vienen bien surtidos de serie. Becks, el niño bonito de Inglaterra, picó como un bobo en la provocación de su rival, dejó a Inglaterra con diez y, tras la eliminación de los pross en octavos ante la odiada Argentina, fue lapidado públicamente y de forma inmisericorde. El castigo incluyó meses de insultos en la prensa, en las tribunas de los estadios rivales y hasta en el ámbito de la política o de la religión. “Fue horrible, el peor momento de mi vida”, recordaba años después el Spice Boy.

El retorno del Fenómeno

El Mundial de 2002 pasó a la historia por ser el primero que se jugó en tierras asiáticas y el primero coorganizado por dos países, Corea del Sur y Japón. Pero, sobre todo, pasará a la historia por hacer justicia a uno de los mejores delanteros de la historia, si no el mejor: Ronaldo Nazario de Lima.

Ronaldo volvió a nacer para el fútbol en el Lejano Oriente. Tras consagrarse con una espectacular temporada en el Barcelona, jugó la final de la Copa del Mundo de aquel año, 1998, en Francia. Pero algo ocurrió antes de la final. Al parecer, una crisis epiléptica que dejó al crack, y a todos sus compañeros, tiritando, presa fácil para la voraz Francia de Zidane y compañía.

Ronaldo se fue al Inter, donde la salud siguió conspirando en su contra. Se rompió dos veces las rodillas y se pasó casi tres años sin pisar un campo de fútbol. Pese a todo, Felipao Scolari no tuvo dudas y le puso en la punta de lanza de la selección de Brasil. Ronnie hizo un Mundial sencillamente impecable, marcando ocho goles, dos de ellos en la final ante Alemania, certificando ante el mundo una resurrección casi paranormal. Tras ese verano, fichó por el Real Madrid y ganó el Balón de Oro y el FIFA World Player. El fútbol había recuperado a uno de sus mejores publicistas.

El último baile de ZZ

Zinedine Zidane decidió dejar el Madrid a principios de 2006, harto de perder. Sin embargo, se reservó una bala: el Mundial de Alemania. Esa cita fue su motivación, el objetivo que le permitía superar el rancio ambiente que, por entonces, se vivía en su club.

La despedida de Zidane estuvo a la altura de su talento. Posiblemente ningún jugador influyó tanto en el rendimiento colectivo de una selección mundialista desde Maradona en México’86, llevando a Francia a su segunda final en ocho años. En el partido decisivo, adelantó a Les Bleus con un penalti lanzado a lo Panenka, pero fue expulsado por agredir a Materazzi. Porque Zizou quería ganar el Mundial sobre todas cosas, menos sobre una: la falta de respeto a los suyos. Hasta en eso fue grande.

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