Revista Libros
He tenido la suerte de hospedarme en varios hoteles de la ciudad de Nueva York y tengo que reconocer que la modernidad y las comodidades no superan el irresistible encanto de los establecimientos clásicos de los años 20.
Muchos de ellos, permanecen como iconos del pasado en el Midtown de Manhattan y no han perdido ni una pizca de su esplendor.
Tanto en el Roosevelt como en el Pensilvania, me sentí transportada a los escenarios reales de mis novelas DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN y UNA CHICA CON ESTILO.
Es emocionante pisar los escenarios reales de mis historias, o casi reales puesto que el hotel Taormina de la entrañable familia Taviani donde transcurren buena parte de ellas, es pura ficción.
Las hermanas McKerrigan-Montero, protagonistas de ambos libros y descendientes de familia hostelera, parecían asomarse por las esquinas o en cada detalle de la decoración.
O en los uniformes del personal, en el trato exquisito de los empleados, en el teléfono de baquelita del Roosevelt que aún se usa y en el ambiente de antaño que se respira al entrar.
Por cierto, fijáos en la botonoera del ascensor: no había piso ni habitaciones nº 13. Un detalle supersticioso que me chocó mucho.
Idéntica sensación tuve hace unos años cuando me alojé en el Pensilvania, el mismo donde se hospedaron los personajes de la famosa patrulla de la serie de televisión El ministerio del tiempo.
Y el mismo también que brindó acogida al atleta Jessie Owen cuando regresó con su medalla mítica de los juegos olímpicos de Berlin, dejando a Hitler con un palmo de narices, y el resto de hoteles de Nueva York le cerraron sus puertas por ser negro.
Allí sigue también, en la esquina de la calle 55, el hotel Dream que en la ficción de mis novelas pertenece a la familia McKerrigan.
Construído en 1895, entonces tenía otro nombre, pero allí sigue exhibiendo su encanto antiguo entre rascacielos de cristal.
Mi imaginación volaba y casi podía ver a los personajes de mis novelas, vestidos a la moda de la época por los pasillos de estos preciosos establecimientos.
El Waldorf, cuya famosa ensalada tanto molestaba al chef Greystone en DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN, se tras un incendio y en su solar se erigió el Empire State.
El hotel Waldorf se levantó de nuevo en 1931, pero unas manzanas más arriba, en Park Avenue y con el nombre que aún conserva de Waldorf-Astoria. Actualmente se encuentra cerrado y en remodelación.
Como curiosidad os diré que el mes pasado me hospedaba en un hotel que está justo enfrente y entendí el guiño de la cadena de ropa Pull & Bear: el bar del Waldorf se llama Bull & Bear.