Revista Cultura y Ocio

Curiosidades medievales I

Publicado el 12 enero 2011 por Elhijodelherrador
   …Uno, dos. Uno, dos… probando, probando… ¿Estáis ahí? Bueno, por si caso y como yo sí que estoy, aquí vengo de nuevo con otra “historia” y nunca mejor dicho. Me apetece contaros algunas curiosidades, de esas que luego soltamos de vez en cuando y quien la escucha te mira y dice: …joder…lo que sabe este tío…No es, en ningún caso, para hacerse el listillo, son solo cosas curiosas, que mola saber, de modo que vamos allá.
   Supongo que no tenéis una escalera de caracol a mano… en ese caso la próxima vez que vayáis por una en algún castillo, iglesia, torreón o similar, comprobad que SIEMPRE, tendréis la pared a la derecha al subir y el eje alrededor del que gira a la izquierda. De igual modo, al bajar la pared queda a la izquierda… ¿por qué? Nuestros ancestros serían cualquier cosa, pero no torpes. Una escalera de caracol es uno de los últimos reductos defensivos, si había que verse combatiendo en el… malo, malo. De modo que dieron la última ventaja al defensor y la última traba al atacante. Si atacas y subes con tus armas en la derecha, la pared no va a dejarte maniobrar bien, no tienes radio de acción para golpear, la pared te lo impide. Sin embargo, si eres el desesperado defensor que se aferra unos instantes más a la vida, tienes toda la movilidad para golpear con tu espada hacia abajo. Simple y efectivo ¿verdad?
   Y ya que en ataques andamos ¿En qué peli que asedian un castillo no echan aceite hirviendo a los sufridos atacantes? Supongo que vosotros vais al mercado y compráis aceite, de oliva claro. Está caro ¿verdad? Y eso que se obtiene con métodos modernos que tratan masivamente cantidades impensables para un hombre medieval. Ahora volved al medievo, el aceite no es un producto de lujo ¡¡¡es de lujísimo!!!  Primero hay que obtenerlo, luego transportarlo en escasas cantidades desde el sur (no se produce en otro sitio) y venderlo a precio de oro… sacad vuestras propias conclusiones. Sin duda les echarían (a parte de todas las inmundicias de la villa) agua hirviendo, más abundante y barata.
   Vamos ahora con otra coseja. Qué guapas están las novias con su traje y su ramo de flores. Ahora las bodas son en cualquier época del año… antes la mejor época sin duda era primavera y verano. Mayormente por cuestión de higiene. Pongamos que eres un castellano de la edad media que se va a casar con una castellana, bien guapa y hermosa ella. ¿Cuál fue el último baño que tomaron? En primer lugar la iglesia (y por ende la sociedad) veía en el baño algo pecaminoso, paradójicamente sucio, eso de tocarse uno todo el cuerpo desnudo… En segundo lugar, a ver quien tiene… lo que hay que tener para bañarse en un Segovia, en un Burgos, en un Ávila y luego irse a casa tan tranquilo sin coger una pulmonía que flipas… y me diréis ¡pues en la tele sale gente bañándose en San Sebastián, Gijón o Santander en pleno invierno! Y yo os respondo… ¿son muchos? Son casos muy, muy contados, de gente sana y muy bien alimentada. No era lo común en la edad media. Y bañarse en casa… lo más parecido que había a la calefacción era un cacho chimenea de cuidado, solo a su lado hacía calor y lo de las pelis de grandes cubas con aguas humeantes… quizá en la casa de algún rico riquísimo. Pero sigo, no había colonias, ni servicios, ni papel higiénico. Es más, el papel que los moros hacían en Játiva era un lujo asiático… para escribir en él. Si vieran ahora el uso que damos a un tipo de papel… en fin. Tampoco había gayumbos, ni braguitas, y menos aún tirachinas…digo… tangas. Tampoco nada parecido a cambiarse de ropa cada día. Era gente que trabajaba mucho en trabajos muy físicos y sudaban mucho.
   Os será fácil adivinar cómo podían oler y ahora os pregunto ¿Os molaría una noche de bodas, la primera noche de amor de vuestras vidas, con un mozo o moza con tales efluvios?    Adivino vuestra respuesta. Por ello la gente escogía el buen tiempo para casarse, para bañarse bien y quitarse de encima toda la mugre, todas las cascarrias y las costras detrás de las orejas y si la novia iba con un ramo de flores que encima olían divino… eso era una explosión para los sentidos. De ahí viene la costumbre de que las novias lleven un ramo de flores, que es lo que os contaba al principio, que me enrollo como una persiana.   Deciros que más abajo, más al sur, en el lado de Mahoma, esto no era así. Los musulmanes disfrutaban de una cultura del agua y la limpieza que los cristianos desconocían. Si alguna vez pasáis por Córdoba os invito fervientemente a que vayáis a los baños árabes el hammam a daros un bañito y relajaros.       Os cuento un par de cosas más de los apellidos. El apellido Rey o Reina, no es por algún hijo suelto de una noche loca de amor de alguno de nuestros antiguos monarcas, que haberlas hubo, parece que proviene de una antigua costumbre de los peregrinos que iban a Santiago. Debido a los peligros del camino solían ir en grupo y cuando llegaban al monte del Gozo, desde el cual se vislumbra Santiago por primera vez, salían corriendo cuesta arriba y el primero que lo veía era el rey o la reina y así eran llamados por el resto del grupo, de modo que algunos al llegar a la ciudad santa decían yo soy fulano Rey, o menganita Reina (fulana queda un  poco feo) y con ese nombre se quedaban.   El apellido Blanco, como el de nuestro insigne y mal llamado “iletrado” ministro (pues el bachiller sí debe tenerlo). Parece ser que tiene su origen en el de los niños que eran abandonados en monasterios y otras casas de caridad y que al no tener nombre ni apellido, cuando salían de allí eran apellidados Blanco.
   Bueno pues voy a ver si ceno un poquito. Una ventaja más que tenemos sobre nuestros sufridos antepasados medievales…

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