En nuestros días se fomenta un intenso consumo de productos de usar y tirar, que nos lleva a no pararnos a contemplar a dónde van a para o de dónde salen los productos que consumimos día a día. La cada vez más grande población mundial devora recursos y produce desperdicios a una velocidad mayor que se incrementa constantemente. Nuestro mundo está sufriendo una gran transformación y un gran deterioro.
Aparentemente se cree que todos los gastos o están cubiertos por el precio pagado pero, nada más lejos de la realidad, toda producción indiscriminada lleva unos precios ocultos, los medioambientales y el impacto que ellos generan en nuestra sociedad.
Uno de ellos es elevado consumo de plásticos que se está intentando reducir con la eliminación de las bolsas de la compra. Estos materiales pueden no acabar siendo reciclados y quedando dispersos por el medio natural, en este artículo el depósito que quiero destacar es el que se produce en el medio marino.
Esta acumulación de plásticos que sitúan en una zona del globo concreta, en los océanos, en zonas definidas por las mareas se acumulan todos estos productos de desecho descomponiéndose durante decenas o cientos de años creando lo que podría ser un continente de residuos. En la actualidad se estima que la isla de basura del Pacífico norte es tres veces más grande que Francia conteniendo 72000 toneladas de plásticos.
Los plásticos al producirse su fotodegradación en la superficie del océano por efecto la de luz solar, lo hacen fragmentándose en trozos cada vez más pequeños hasta incluso dejar de poder ser visto a simple vista, esto permite que se introduzcan en la cadena trófica de algunas especies produciendo problemas en las mismas y poniendo en riesgo la vida de nuestros océanos.
Juntos podemos luchar contra esto, reduciendo nuestro consumo de plástico, reutilizando los productos en la medida que sea posible para ampliar su vida y finalmente depositarlos en un lugar adecuado para su posterior reciclado, con un objetivo claro mantener nuestro hogar limpio y mantener la biodiversidad. No hay un planeta B.