El hombre al trabajo, al sillón y al boliche.
Las mujeres a la cocina, al lavadero y al almacén.
Así es desde que tengo memoria. Hoy día puedo decir que así era, partiendo de mi experiencia personal: la muchacha que me acompaña en los días de mi vida es una mujer hermosa, valiente, independientemente y de gran corazón, entre otras cosas. Pero en ocaciones cuando doy de frente con las secuelas que ha dejado el tanto tiempo de machismo, todo se vuelve absurdo y ortodoxo.
Porque a eso nos sometieron: a ser dueños, a que la mujer sea un objeto de nuestra posesión.
Y esto no se escapa del inconsciente colectivo:
Un cantautor español declara su amor:
” Nada impedirá que te ame,
Qué seas mía, si corre por mis venas el amor”
Traduciendo las palabras el autor proclama que va a ser inevitable enamorarse de la muchacha. Esto es encantador y definitivamente romántico, pero en el contexto de los versos siguientes la cosa se pone algo posesiva: ” que seas mía, si corre por mis venas el amor”
La muchacha y sus sentimientos pasan a un plano de nula importancia, si corre por las venas el amor que el autor siente entonces la muchacha va a pertenecer a el, y es por esto que nada va a impedir que la ame. No hay chance de que se pregunte cuales son las intenciones de la muchacha.
No estoy diciendo que el cantautor sea machista, pero las palabras no mientes, la importancia del grafema en este mundo es inevitable. Y aquí, en las canciones, se ve a ciencia exacta el mandato que nos han dejado y la costumbre del sentido de pertenencia.
Y si hablamos de sentido de pertenencia este clásico bolero deja en evidencia nuestra costumbre:
” Te vas porque yo quiero que te vayas
A la hora que yo quiera te detengo
Yo sé que mi cariño te hace falta
Porque quieras o no
Yo soy tu dueño
Yo quiero que te vayas por el mundo
Y quiero que conozcas mucha gente
Yo quiero que te besen otros labios
Para que me compares
Hoy, como siempre ”
No hace falta agregar mucho más, cuando las palabras hablan por sí mismas, si remarcar que además del sentido de pertenecía el cantautor sufre de una afección de omniprencia/omnipotencia aguda.
Hay muchas ramas del machismo y su doctrina, pero he de detenerme en el sentido de pertenecía, sentido de pertenencia del que a veces también gozan las mujeres, pero a diferencia de la mujer la conjunción entre el macho y el sentido de pertenecía pueden dar como resultado un femisicidio.
Nadie nos pertenece, de la vida nacemos y así nos vamos de este mundo. Sin ser pertenencia de nadie. Vivimos en pleno siglo XXI, y aunque aún haya esclavos dando vueltas por el mundo, la sociedad ha mutado para bien, la mujer puso un punto a parte en busca del punto final. Este punto final sigue luchando contra la costumbre, y la costumbre, prima hermana de la estupidez y el adoctrinamiento, no pierde la batalla así porque si, por eso mismo siguen existiendo machos alfa que redimen el sentido de pertenencia y gracias a esto, como una perfecto antagonismo, existe la mujer sin miedo.
Por último los dejo con unas palabras de Eduardo, quien me ha enseñado a reflexionar sobre toda cuestión de injusticia:
“Hay criminales que proclaman tan campantes ‘la maté porque era mía’, así no más, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar ‘la maté por miedo’, porque al fin y al cabo EL MIEDO DE LA MUJER A LA VIOLENCIA DEL HOMBRE ES EL ESPEJO DEL MIEDO DEL HOMBRE A LA MUJER SIN MIEDO “