Pues eso es lo que he estado haciendo durante dos días de esta semana. Un curso de bordado con la artista y diseñadora argentina Adriana Torres, a la que quizás conozcas por el nombre de su marca Miga de Pan, bajo la que comercializa unas maravillosas piezas de ganchillo para el hogar. Y además borda. No sé muy bien cómo explicar lo que hace, porque sus bordados me dejan sin palabras. Admiro su trabajo desde hace mucho tiempo, así que cuando me enteré de que MAOW Studio & Shop nos la traía a Coruña, como parte de la gira de talleres que Adriana iba a impartir por toda España, organizada por The Hobby Maker, no me lo pensé ni un minuto. ¡Me parecía imposible tener la oportunidad de conocer a Adriana y poder aprender algo de ella! Y tengo que decir que esa ilusión no solo la sentí yo, sino que todas las chicas que asistimos al taller (todas estupendas, por cierto) pensábamos lo mismo: ¡estábamos como si hubiésemos conocido a una estrella del rock! O a Matisse, o a Rothko diría yo…
Estas expectativas tan altas no solo fueron cumplidas, sino superadas. El curso estaba muy bien organizado y preparado (¡punto para Lydia!), lo cual ya no es poco en estos días de falta de profesionalidad. Pero es que además Adriana es una persona absolutamente encantadora, humilde y generosa, así que tuve la suerte de poder aprender más de lo que estaba en los papeles y atisbar su proceso de trabajo, su relación con los materiales, su recorrido y su formación como artista, sus fuentes de inspiración… Ella dice que no es maestra, pero quizás durante la celebración de estos talleres haya descubierto que sí lo es.
A veces siento que puedo sonar un poco exagerada hablando con tanta intensidad de los artistas que me gustan, pero te aseguro que no es fingido. Cuando alguien me apasiona, me apasiona de verdad. Algo se me revuelve por dentro y la cabeza me da vuelta con mil ideas. Siento como si sembrara una semilla creativa en mí que quizás llegue a dar fruto algún día. A eso se le llama inspirar ¿no?
Una cosa que nos maravilló a todas es que pudimos admirar de cerca sus obras y hasta tocarlas, lo cual es muy importante para apreciar la textura del bordado. Te aseguro que estas fotos no les hacen justicia… Nos enseñó a utilizar algunas de las puntadas de bordado que ella usa, sobre uno de sus diseños, que por cierto, todavía no he acabado.
Trabajamos también el color por medio de círculos cromáticos bordados, lo cual me interesaba mucho, porque, a pesar de que conozco la teoría, todavía no he encontrado un método de trabajo que me funcione con el textil como lo hacía cuando pintaba.
Y por último, algo que nos ilusionaba mucho a todas: nos enseñó a rellenar, a montar y a bordar su famoso tatú carreta, Coco Terráqueo, el fascinante armadillo ganchillado que ella diseñó y por el cual le concedieron el primer premio en el Concurso Nacional de Artesanías del FNA 2013 (Fondo Nacional de las Artes) organizado por la Secretaría de Cultura de la Nación. ¡No veas lo contentas que nos fuimos todas a casa con nuestro armadillo! Yo tengo el mío mirándome desde una estantería, a buen recaudo de Catalina y Toñita, que lo recibieron con gran curiosidad. No está acabado tampoco. Todas estas cosas requieren mucho tiempo de trabajo, así que creo que este verano no me voy a aburrir. Por cierto, en el curso me he dado cuenta de que soy bastante lenta cosiendo…
Creo que no hace falta que repita lo contenta que estoy ¿o sí?
¡Muchas gracias, Adriana, por cruzar el Atlántico para venir a España y por acercarte hasta esta esquina recóndita a traernos algo de tu magia! Y sigue deleitándonos con tus creaciones durante mucho tiempo. ¡Espero que te hayas sentido tan a gusto como tus alumnas en España!
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