Pinín y su madreñogiro (Alfonso 1910-1988)
El santo grial de gran parte de los diarios regionales es la búsqueda de un pariente nacido en la tierra entre cualquier ente que pueble este mundo. En el caso de los diarios asturianos, esta afición llega a rozar el esperpento, hasta tal punto que hemos decidido bautizar a este fenómeno con un nombre propio: el madreñismo. Hasta el momento se habían conformado con rebuscar en la genealogía de todos los seres humanos que hubieran hecho algo notable por la humanidad, desde patentar una vacuna a descubrir el secreto de las pelusas azules que crecen en el ombligo, para llegar a la conclusión de que eran más asturianos que el escroto del Rey Pelayo. Baste como ejemplo esta mínima selección de alguno de los casos más llamativos:
Madreñismo médico:
Madreñismo de papel couche:
Madreñismo científico:
Madreñismo político internacional:
Madreñismo cinematográfico:
Pero hace unos días, en un salto de calidad sin precedentes, han urgado profundamente en el árbol de la vida hasta encontrar parientes asturianos en los virus, en este caso del ébola.
Y en un ejercicio de madreñismo superlativo y al mismo tiempo de promoción del acojonamiento entre los asturianos, publicaron un artículo en el que hablaban de los murciélagos como posibles vehículos de transmisión de este virus que según parece al leer el titular, es más asturiano que un carro del país.
Pero como ya comentamos varias veces en este curso, lo importante es escribir un titular impactante que atraiga al lector y lo secundario son los hechos probados. Si leemos la noticia con detenimiento (que solo está accesible online para suscriptores), descubriremos que según comenta Félix González, uno de los mayores expertos en murciélagos de España, algunas especies de murciélagos, como el Murciélago de cueva (Minopterus schreibersii) pueden ser portadores de un virus de la misma familia que el del ébola (Los Filovirus) y que algunos murciélagos de esta especie encontrados muertos en una cueva asturiana eran portadores de ellos. En ningún momento se afirma que el virus sea el del ébola ni mucho menos, ni que sea peligroso para el ser humano, pero lo importante era crear alarma al mismo tiempo que se ejercitaba el madreñismo.
Según los últimos estudios, el actual brote de ébola se pudo haber transmitido a partir de los murciélagos de la fruta o zorros voladores de la especie Eidolon helvum, una especie alejada filogeneticamente de los murciélagos de cueva. Se piensa que los habitantes de algunas aldeas de Guinea y Libería habrían cazado estos murciélagos para comérselos y de esta forma, se podrían haber contagiado de la enfermedad.
La probabilidad de contagio del ébola a través de los murciélagos de cueva que habitan en Asturias podemos considerarla nula, en primer lugar porque no se trata del mismo virus, y en segundo lugar porque el contacto de esta especie con el ser humano es casi inexistente, salvo para los investigadores que trabajan con ellos y que ya toman las debidas precauciones para evitar ser mordidos.
Lo más grave es que, sobre todo después del primer caso de contagio de ébola en España, una noticia como esta pueda ocasionar un temor infundado en la población, que podría llevar a que algún iluminado se plantee matar o causar daño a estos animales, que además de inofensivos son muy beneficiosos.
Desde este modesto curso aconsejamos a los diarios regionales que relajen su madreñismo, ya que debido a la confirmada caída de la calidad del semen patrio, cada vez se les complicará más la búsqueda de raíces asturianas, lo que podría ocasionar desasosiego y depresión en las redacciones.
Pero faltaríamos a la verdad si nos quedáramos con la impresión de que el madreñismo es un fenómeno exclusivo de Asturies. Baste como ejemplo para confirmar la pandemia global de esta búsqueda de raíces patrias el siguiente titular que he encontrado hoy mismo:
Sin lugar a dudas, este titular merece por derecho propio presidir la vitrina de los madreñismos sublimes (quizás en este caso merecería un nuevo nombre).