Revista Cultura y Ocio

Curso sobre ‘Camino de perfección’- Charla 10 (Capítulos 26-29)

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa

Curso sobre el libro «Camino de Perfección» de Santa Teresa de Jesús, impartido por Fr. Pablo Ferreiro OCD. Miércoles alternos, a partir del miércoles 5 de julio a las 20 h. (Argentina)-

  • Materiales del curso en este enlace
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CAPITULOS 26-29

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Pedagogía interiorizante de Teresa: educarse en la Presencia del Señor, educar la mirada, la escucha, la palabra, la postura de fondo al orar, etc. Subrayemos que se trata de pistas para orar, no de método Teresa enseñará que recoger el pensamiento en la oración: es centrar la mirada en Cristo. Recogerse es acogerse a Él, a su presencia, a su compañía. El recogimiento, como la oración misma tiene que ser cristológica. EL PROCESO DE RECOGIMIENTO ES EN CUATRO ETAPAS: -Centrar la atención en Cristo. -Entrar en el propio “Castillo interior” -Precedido todo esto de la práctica de virtudes reales y concretas -Y sostenidas de una gran apertura y disponibilidad a la acción de Dios sobre nosotros y sobre nuestra oración. DIVERSOS MODOS DE ORACIÓN ACONSEJADOS «Ya se sabe que lo primero es santiguarse, hacer examen de conciencia, rezar el acto de contrición. Luego, hija, una vez que estás sola, procurar tener compañía» (26, 1). Hay que dejarse mirar por Él. Te está amando, enseñando. No recrimina nada. Su mirada es de amor.

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Primera invocación de la oración del Señor «Padre nuestro». Podemos constatar que la oración teresiana refleja el sello trinitario de toda auténtica oración cristiana: comienza con el Padre (n° 1) pasa al Hijo (n° 2) y concluye con la convicción de que el Espíritu es quien permite estas invocaciones (n° 7).

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Segunda afirmación del Padrenuestro: «Qué estás en el cielo» «Entrar dentro de sí»: recordemos que recogerse es centrarse en Cristo, con mente y corazón. Jamás hay que olvidar que la oración es cosa de dos. ATENCIÓN: recogerse no es ensimismarse sino centrarse en Cristo. NUNCA SERÁ ENCONTRARSE CON UNO MISMO EN SOLEDAD SIN CRISTO. CINCO PASOS DE INTERIORIZACIÓN: 1) Tomar conciencia nítida de este “palacio interior”. 2) Y que está habitado. Hace falta pasar de la sensación de vacuidad a la conciencia de Su presencia. Nuestra interioridad está hecha para ser capacidad de Dios. «En este palacio habita este gran Rey que ha tenido a bien ser Padre de ustedes». (28, 9). 3) «Entrar dentro», es decir, cruzar la barrera entre el mundo del sentido y el mundo del espíritu. «Quienes se puedan encerrar de esta manera en este pequeño cielo de nuestra alma, tenga la seguridad que lleva excelente camino». (28, 5). 4) Sensibilidad a la acción de Dios. Él se ha hecho presente para crear comunión. «Si este recogimiento es verdadero, se siente con mucha claridad sus efectos». (28, 6). 5) El recogimiento no es una práctica más. Supone la entrega de la persona, su vida entera. Hay que vaciar el “palacio” de toda cosa para dárselo al Señor en oblación voluntaria, pues «Él jamás fuerza nuestra voluntad, solo toma lo que le damos, pero Él no se da del todo hasta que nos damos del todo». (28, 12)

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Retoma el tema de la interiorización. Dos advertencias muy importantes: 1) Hay que tener cuidado de aquellos vínculos o cosas que pueden atraer y convertirse en centro de nuestra afectividad. Cuando estas cosas captan nuestros pensamientos, afectos y proyectos terminan dejándonos expuestos a lo inestable y provisorio. Es imprescindible cuidar la propia vida en coherencia y respeto por la propia interioridad. 2) Uno de los más graves problemas y deformaciones de la oración será sustituir a Dios por el ídolo refinado de uno mismo. Y por ese cambio replegarse sobre sí, y adorarse a sí mismo. Es el riesgo de la alienación, de perderse en los propios pensamientos y desentenderse de la realidad exterior y de la vida de los otros. NUEVAS CONSIGNAS PARA INTERIORIZAR LA ORACIÓN: -Educar la mirada en la línea de la fe. Acercarse a su presencia y comenzar a conocerlo de otra manera. -“¡Oh, Señor mío, si te conociésemos verdaderamente…». (29, 3). -“Soledad en compañía”: porque en el fondo del espíritu Dios es compañía santa. Y la oración es “estar ante Él y con Él”. -“Gustar el don de su presencia”: Teresa tiene la convicción de que, a esa hondura, la oración abre el espíritu a la experiencia de Dios. Experiencia de su presencia, de su paso por nuestra vida. Experiencia de que nos entiende sencillamente. -Desocuparse de todo: vaciar el palacio interior. Libertad interior. -Ocupaciones exteriores: jamás desentenderse de la vida cotidiana. Mejor dicho, la realidad es la que nos sirve de trampolín para pasar a lo interior. -Señorearse de sí mismo: liberarse de la tiranía de las pasiones y sentidos y ganarse para sí. -Establecer un “puente” entre el exterior e interior: educando la mirada, la palabra, la escucha, la relación con Dios.

Curso sobre ‘Camino de perfección’- Charla 10 (Capítulos 26-29)


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