Custodia compartida.
Un divorcio, amable, casi.
Se marchó de casa después de navidad, tras meses de roces que terminaron en indiferencia.
Un me marcho, un lo siento. No había más, ambos lo sabían. Tras 14 años de matrimonio.
Y allí se quedó ella con las dos niñas, de 10 y 12 años, la casa, la vida. Todo.
No hubo conflicto, no hubo guerras, el sabía que era lo mejor para ellas.
Un buen padre que sólo quería lo mejor para sus hijas.
Los miércoles, el único día sin extraescolares las recogía después del cole y se las llevaba, las devolvía siempre cenadas.
Y con una sonrisa.
Los fines de semana alternos también, a casa de su madre, donde se había mudado, encantadora y amante abuela.
No había nadie en el mundo que las cuidase mejor.
Y la vida continuó, le pasaba una buena pensión, que aunque no bastaba para pagar todo no le importaba, se apretaba el cinturón, no quería depender de el, también pagaba la mitad de la hipoteca, hasta se esforzaba y estaba presenta en tutorías, cumpleaños.
Se llevaban bien, una separación educada, cordial. Amistad después de todo.
Y llegó el día en el que debían arreglar el divorcio.
-Nada cambiará seguiré siendo el mismo. Dijo el.
Pero ella buscó un abogado.
-Tranquila, te firmaré todo, la custodia, la casa, lo que necesites, quiero lo mejor para vosotras.
Y ante la perplejidad de todos ella afirmó:
-Quiero la custodia compartida. Una semana cada uno, las niñas no tienen que moverse de casa, yo me iré a casa de mis padres cuando te toque, y tu seguirás en casa de tu madre cuando vuelva.
Vacaciones a medias, todo compartido. No hace falta que me pases mensualidad. Cada uno pagará los gastos de su semana y las cosas importantes a medias.
-No puede ser, estás loca? Lo tienes todo. La casa, las niñas, qué más quieres?
Una amante madre pidiendo la custodia compartida?
Mala madre pensaron todos.
La que fue una amante esposa ya no lo era, encontraron lógica y motivos en aquel divorcio. Ella definitivamente no estaba bien. No podía estarlo.
Y fue juzgada por ello, duramente.
Juzgada por atreverse a pedir la responsabilidad del otro, por pedir que los derechos de ambos fuesen tenidos en cuenta.
Por qué? Le preguntaban. Tienes todo, la custodia, la casa, te pasa la paga...
Nadie podía entenderlo
No necesito sus cuentas, no necesito su ayuda.
Soy mujer, madre, profesional y divorciada. Debo renunciar a algo por el divorcio?
Mis hijas necesitan a su padre a tiempo completo.
El divorcio para mi supone soledad, criar sin ayuda, vivir sin apoyo.
Vivir en una carrera contra reloj permanente. Sola.
Renunciar a vivir más allá de mis hijas, más allá de mi hogar.
Se ha resentido mi carrera profesional, vivo cansada, agotada.
Con un hogar y unas hijas que me corresponden por convicción social.
No veo futuro para mi, soy madre, únicamente.
No es justo. Su mensualidad no paga mi vida. Mis renuncias, mis ahogos.
Y él? Qué fácil es el divorcio para el, empezar de cero, con unos hijos por horas.
Padre a tiempo parcial.
Tiempo para pensar, para trabajar, volver a disponer de momentos libres, de noches de silencio y libro.
Reencontrar viejos amigos, volver a conocer la vida nocturna.
Una nueva juventud regalada y fascinante. Y una familia, a la que mantiene con un cheque mensual.
Una familia de foto, de libro. Sin pesos.
Sin baños, sin deberes, sin extraescolares, sin discusiones en la cena, sin ropa que planchar, sin zapatillas que se queden pequeñas, sin polvo, sin exámenes, sin compras, sin horarios...
Compartamos obligaciones, compartamos responsabilidades.
No quiero tu dinero, ni tu paga, quiero tu presencia, en igualdad cuantitativa.
No necesitan un padre dos fines de semana al mes, lo necesitan a diario.
-Increíble, mala madre, lo haces por hacerme daño verdad? Le preguntó.
Como si el fin del mundo fuese criar a sus hijas.
-No podré perdonarte.
-Por qué? Por devolverte tu vida y a tus hijas?. Por no permitir que te conviertas en un extraño?
Nadie entendía su postura.
Pese a que dejó claro que cedería su hogar semana si, semana no, que no quería dinero.
Que no era venganza.
Tienes lo que todas sueñan.
No, no tengo nada.
Quiero a mis hijas, las adoro, pero esto es lo mejor para ellas, no perdernos a ninguno.
Esto es lo mejor para el, no perder a sus hijas, ni convertirlas en conocidas de fin de semana.
Esto es lo mejor para mí, porque yo también necesito rehacer mi vida, tanto como el.
Estamos acostumbrados a ver noticias sobre mujeres que reclaman la custodia, sobre hombres a quienes les roban a sus hijos.
Pero para cuántas mujeres el divorcio supone un peso extra, una mochila con una carga imposible de llevar, criar solas, vivir solas, y como un favor una paga mensual, que no llena los vacíos, los vacíos de los propios hijos, cuando uno de los progenitores lleva la familia al cien por cien.
Es sólo una historia, casi real.
Fiel reflejo de la realidad, donde lo normal es que sean ellas quienes carguen.
Donde lo normal es que sean ellos los que con un cheque a final de mes diriman sus responsabilidades
Pero si te encuentras en esa situación, separada, y necesitas ayuda No estás sola! También podrás encontrar
No. No estas sola. Hoy menos que nunca.
grupos de apoyo en tu ciudad y online además de toda la información que necesites. No lo dudes.
No estas sola. Estamos contigo!