La historia de aquellos voluntarios que se negaron a regresar, así como la de quienes salieron de España clandestinamente para combatir contra el Ejército Rojo es un tema controvertido y lleno de interrogantes. Parece ser que los españoles se integraron mayoritariamente en dos compañías (101 y 102) dentro de una unidad de las Waffen SS, “Unidad de Voluntarios Españoles” (Spanische Freiwilligen Einheit). Otros pudieron servir en la Wallonie SS, al mando de León Degrelle. Algunos autores llegan a afirmar que hubo españoles combatiendo en el norte de Italia, en la antigua Yugoslavia, en la frontera franco-alemana, ¡e incluso a las órdenes de Otto Skorzeny en las Ardenas! El 16 de abril de 1945 el ejército soviético lanza su ofensiva contra Berlín. Miguel Ezquerra, un ex-divisionario y capitán de las Waffen SS, estaba al mando del Einsatzgruppe Ezquerra. Cuántos y quiénes eran sus integrantes no está claro: unos 250 españoles, quizás en su totalidad, de las Waffen SS, además de supervivientes de las divisiones Charlemagne y Wallonie, también SS. En su libro Berlín, a vida o muerte, el propio Ezquerra cuenta de forma un tanto novelesca la defensa desesperada del Reichstag. El 30 de abril el cerco ruso se cierra alrededor de la Cancillería, la Postdammer Platz y la Puerta de Brandemburgo. Ante la avalancha de los tanques T-34, Ezquerra y los suyos escapan por la Friedrichstrasse, atrincherándose cerca del búnker. Antes de eso, el “Sebas” –como le llamaban sus compañeros– dejó fuera de combate a uno de los carros de combate con el panzerfaust de un combatiente caído junto a él. No era la primera vez que destruía un T-34. Durante los primeros días de la Batalla de Berlín había inutilizado otro carro, motivo por el que lucía la preciada distinción sobre su manga derecha; seguramente no habría tiempo para reclamar la segunda. Trascurrido algún tiempo, y junto a niños y adolescentes de las Hitlerjugend, el Sebas y sus camaradas intentan abrirse paso por el puente Havel. Los que no murieron bajo el fuego ruso, vuelven junto al búnker para rendirse. Ezquerra y alguno más logran refugiarse en la Embajada de España, mientras que al resto de los supervivientes de su grupo les esperaban nueve años en los campos de prisioneros de Stalin. Sebastián Varela fue de los que se cobijaron en la embajada española. Tras un penoso periplo, logró llegar a España.
(Las fechas y episodios referidos en este relato son históricos. También lo son los nombres, salvo el de Sebastián Varela. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia. Esta recreación no tiene ninguna connotación o intención ideológicas)