Richard Bone es un bala perdida bien parecido que malvive como gigoló en Santa Barbara. Sin residencia fija, suele dormir en el sofá de su amigo Alex Cutter, un veterano de Vietnam tullido, trastornado y explosivo a quien Mo, su esposa, se resiste a abandonar. Sin otro horizonte que el de beberse el próximo cheque de la pensión de invalidez, el naufragio de Bone, Cutter y Mo parece irreversible, hasta que una madrugada, volviendo a casa de la pareja, Bone sorprende deshaciéndose de un cadáver a un individuo que se parece vagamente al magnate J. J. Wolfe. La mera posibilidad de que Wolfe haya cometido el crimen espolea la mente paranoica de Cutter, que no tarda en idear un plan para extorsionar al multimillonario. Pese a su incredulidad, Bone va cediendo a la presión de su amigo tullido y se deja arrastrar en una carrera enloquecida hacia el oro de Wolfe, convencido sin embargo de que el asunto no es más que una quimera fabricada por la imaginación del atormentado Cutter. Pero, ¿y si fuera verdad?
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Antes de comenzar a comentar mi opinión sobre mi segunda lectura del año, voy a copiar el fragmento por el cual descubrí su existencia y culpable de meterlo en la lista de libros pendientes. Fragmento que compartió una de las librerías de mi ciudad en su página de Facebook.
(…) cada día me levanto de la cama como si fuera el fin del mundo. No soporto la idea de ver caras y escuchar voces. No soporto comunicarme. Prefiero besar a Mo en el clítoris que en la boca. Prefiero hacer botar una pelota que a ese puñetero niño en las rodillas. Ya no quiero leer. No quiero ver películas, no quiero estar aquí sentado viendo el puto mar. Porque todo me dan ganas de vomitar, Rich. Me da temblores. Supongo que la palabra es desesperación. Y se ha convertido como en mi corazón. Me refiero a que bombea día y noche, sin parar. No me lo quito de encima. Me encuentro mal todo el tiempo. Por eso pienso en la muerte. Pienso que más me valdría estar muerto.
Puede que no sea gran cosa o que esté muy manido ya… pero me dio de lleno, lo comprendí y me dio curiosidad de sobra por querer conocer su historia. Enseguida busqué el argumento, aunque ya no necesitaba más alicientes.
«Cutter y Bone» fue escrita por Newton Thornburg en 1976 y 40 años después llegó traducida al castellano. Y puedo asegurar que es una de esas obras atemporales, con temas que siguen vigentes hoy día y que seguramente siga abriendo heridas esa patada que le ha dado Thornburg a la sociedad americana, a esa parte hipócrita.
Nos adentramos en la historia a través de Richard Bone y Alex Cutter. Bone es el guaperas, el chico que antes de los 30 ya lo tenía todo: éxito laboral, dinero, una mujer y dos preciosas hijas y ahora, a los 33, no tiene nada. Ejerce de gigoló para poder sobrevivir en el día a día. En cambio Cutter lleva años jodido. La guerra de Vietnam lo ha dejado tuerto, manco y con una “bonita” pierna de plástico, además de las secuelas psicológicas, claro.
Aparentemente Cutter es ese personaje que da todo el juego en una novela pero, aquí, Bone también tiene más de lo que parece y, aunque no está narrado en primera persona, el lector ve más la perspectiva y los pensamientos de Bone. Ambos son juguetes rotos de la sociedad y quizá sea eso lo que une a dos personas tan distintas.
Los problemas mentales de Cutter están presentes durante toda la novela, en mayor o menor medida. Personalmente me ha gustado más él que Bone. Suelta todo lo que se le pasa por la cabeza, le da igual que suene bien, mal o que le traiga problemas. Cree que ya no le puede pasar nada peor. Me gustaron varios de sus comentarios “filosóficos”.
Bone es más… normal, por decirlo de alguna manera. Tiene aspiraciones más mundanas que ve también frustradas por experiencias pasadas que le han hecho cerrar puertas. También tiene algunos comentarios dignos de recordar.
Mo, Valerie y Monje son las tres chicas que más aparecen en la historia. Las tres, por motivos diferentes, también forman parte de esa sociedad marginada. Conocemos más a Mo pero Monje también me dejó un tanto impactada a pesar de que solo nos muestran pinceladas de sus problemas y personalidad.
En la sinopsis hablan de una extorsión de la que yo no he comentado nada porque me da la impresión de que el autor lo ha puesto como excusa para sacar a flote toda la ponzoña de una América post-Vietnam en la que querían hacer creer que era todo color y felicidad. Me da esa impresión porque a lo largo de las páginas apenas se le da importancia. Es el hilo conductor, sí… pero el detonante podrían haber sido otras muchas cosas y la historia seguiría siendo la misma.
La portada del libro es la escena de la adaptación cinematográfica dirigida por Ivan Passer en 1981 y protagonizada por Jeff Bridges y John Heard. Tengo ganas de verla. También para comprobar si ese Alex Cutter (John Heard) es igual de atractivo (?) en movimiento xDD
Puntuación: 8/10
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Archivado en: opinión Tagged: 2017, citas, Cutter y Bone, libros, Newton Thornburg