Revista Comunicación
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Así lo pensó Alexandre Dumas cuando creó un personaje de ficción llamado D'Artagnan, un «Don Quijote gascón», para protagonizar su novela de «Los tres mosqueteros». El personaje se basa en la obra «Les mémoires de M. d'Artagnan» de Gatien de Courtilz de Sandras, escritor y mosquetero, que a su vez se inspiró en la biografía del militar francés Charles de Batz-Castelmore d'Artagnan.
Este militar francés no desarrolló apenas su carrera en la época de Luis XIII y del Cardenal Richelieu, como el personaje de ficticio, pero sí en la del Cardenal Mazarino y de Luis XIV. Nacido entre 1611 y 1615, en el château de Castelmore (Gascuña), Charles de Batz-Castelmore pertenecía a un linaje noble con larga tradición militar por parte materna. Al mismo modo que los hidalgos pobres españoles, el linaje de la familia no correspondía en el momento del nacimiento de d'Artagnan con su patrimonio. La familia materna estaba empobrecida y, sobre todo por empeño de la novia, se emparentaron con una modesta familia de la burguesía local dedicada a la recaudación de impuestos y la distribución de carne.
La educación de d'Artagnan y sus hermanos fue escasa y, sospechando que le esperaba una vida como sucesor de su padre en la carnicería, el joven marchó a París siguiendo el camino de dos de sus hermanos.
Una brillante carrera militar
En el año 1630, d'Artagnan llegó a París en busca de gloria y de convertirse en uno de los 120 soldados que formaban los Mosqueteros, en otro tiempo una unidad formada solo por gentileshombres. En estos años probablemente combatió en Flandes y en Lorena, bajo el mando del mariscal de Gramont, y en la siguiente década entró al servicio del Cardenal Mazarino, un italiano que había sustituido a Richelieu en su papel de principal ministro del reino y enorme conspirador al servicio, en este caso, de la Reina, la española Ana de Austria. Hecho que no evitó que Mazarino y la Reina continuarán con su guerra contra España hasta lograr la victoria total en la fase final de la Guerra de los 30 años.
D’Artagnan fue el mensajero entre la corte y las plazas fuertes durante el conflicto. Cuando Mazarino tuvo que partir al exilio, en 1651, ejerció como su agente secreto en las misiones más delicadas.
Durante el reinado de Luis XIV alcanzó el grado de capitán y, en enero de 1657, se convirtió en el segundo en el mando de la restituida fuerza de Mosqueteros. Continuó desempeñando misiones importantes, entre ellas, se sabe que formó parte de la escolta del Rey cuando fue al encuentro de su prometida, la también española María Teresa; y que acometió el arresto del poderoso ministro Fouquet. El 22 de enero de 1667 el Rey le entregó el mando de los Mosqueteros, ante toda la compañía, en la llanura de Houilles. Justo a tiempo para que dirigiera a esta unidad en otra nueva guerra contra España. D’Artagnan, al mando de su compañía, partió hacia Flandes, donde participó de numerosos hechos bélicos.
Mientras acumulaba cicatrices y ejercía más cargos de la confianza real, otra guerra volvió a llevarle a los terrenos empantanados de los Países Bajos. En junio de 1673, durante el sitio de Maëstrich, el duque de Monmouth se lanzó a descubierto al asalto de una barricada bajo la metralla holandesa. Rápidamente, D’Artagnan y sus hombres acudieron a socorrerle, pero una bala de mosquete mató al oficial francés en el momento.
Luis XIV hizo celebrar un funeral en su capilla y lo sintió profundamente: «He perdido a d’Artagnan, en quien depositaba toda mi confianza y que en todo me servía bien». En 1674, el Monarca fue el padrino del hijo mayor de d’Artagnan, de 14 años, que años después, como otro de los vástagos, se unió a la guardia real.
Que no estaba muerto... que estaba en la Bastilla
Y hasta aquí llega la biografía oficial de d’Artagnan, con un final digno para un héroe. Sin embargo, una teoría reciente ha planteado que el francés no murió en realidad en 1673, ni lo hizo de forma heróica, sino mucho después bajo la misteriosa e ignominiosa Máscara de Hierro de la que Alexandre Dumas también dio fe. Así, la identidad de un preso que permanecía en la cárcel de la Bastilla enfundado en una máscara de hierro (de existir debió ser de terciopelo) sería el antiguo jefe de los mosqueteros. O al menos eso sostiene el historiador inglés Roger McDonald, en su libro «La máscara de hierro. La verdadera historia de D’Artagnan y los tres mosqueteros» (Crítica).
La historia cuenta que por alguna razón desconocida la identidad de un preso de la Bastilla era guardada con celo o, más bien, con hierro. El filósofo Voltaire planteó que debía tratarse probablemente del hermano gemelo de Luis XIV, que había sido apresado para evitar que disputase el trono a su hermano o diera lugar a conspiraciones. Si, como reflejada en su correspondencia su carcelero, Benigno de Saint-Mars, la muerte tuvo lugar en 1703, el célebre preso tenía una edad semejante a la de Luis XIV, 60 años, quien nació en 1638 y falleció en 1715.
Con el paso de los años las teorías sobre la identidad del preso se multiplicaron. A comienzos del siglo XVIII, la princesa Isabel Carlota del Palatinado, cuñada de Luis XIV, explicaría en una carta que existía un preso muy bien tratado por la guardia real que, no obstante, iba siempre acompañado de dos mosqueteros que tenían la orden de acabar con su vida en caso de que decidiera despojarse de la máscara. Proteger su identidad valía más incluso que su vida, ¿era acaso el hermano gemelo del Rey?, ¿un antiguo amante de la reina madre?, ¿el ministro de finanzas Nicolas Fouquet, encarcelado por el propio d’Artagnan?
Roger McDonald cree que ninguna de las anteriores teorías es cierta, siendo el hombre de la Máscara de hierro Charles de Batz-Castelmore d’Artagnan. Según su teoría, este no habría muerto en Maastrich en 1673, sino que fue apresado en secreto y su identidad ocultada para evitar un escándalo público. El ministro de guerra del Rey, Louvois, habría ordenado su detención ante las envidias que le despertaba su popularidad. Es más, McDonald defiende que «Las memorias de D’Artagnan», de Gatien de Courtilz de Sandras, bebieron directamente de la fuente original al compartir éste estancia en la Bastilla con D’Artagnan.
Si bien es cierto que Gatien de Courtilz estuvo varios años preso, se antoja complicado que realmente coincidiera con un preso del que, se decía, permanecía en un régimen completamente aislado. Sobre todo porque, en caso de que el preso revelara su identidad, debía ser ejecutado al momento.
CÉSAR CERVERA
“D'Artagnan de carne y hueso, ¿el capitán de los Mosqueteros estaba debajo de la Máscara de Hierro?”
(abc, 18.09.16)