La novela tiene una cantidad de voces masculinas, que muestran al macho costarricense tal como es, así, indica desde el principio:Mucho, macho, mocho. Carnavalesco, despreocupado, quien busca divertirse a toda costa, despotricar contra el gobierno, los corruptos, las calles en mal estado, la basura en las aceras, la contaminación, los equipos de futbol, maltratar a la esposa e hijos cada vez que puede, tomar guaro hasta el hastió y tratar a las mujeres como simples objetos o putas y eso para que no se sientan tan mal, para colmo de males, el tico, se presta para trabajos sucios, "como se denuncia", la trata de mujeres.
Por el contrario otras voces defenderán a las mujeres, que con multiplicidad de figuras literarias encontramos, en retrospectiva, en el presente inmediato y en el futuro prometedor, denominadas sutiles, musas, adoradas, amadas, bellas, con cualidades infinitas, cercanas a los ángeles, inteligentes, suspicaces, con sabores y aromas diferentes, comparadas con las frutas más exóticas y los más finos vinos. Algunas damiselas, caerán con las palabras y las pasiones que ofrecen algunos de los “Miserables”, grupo de amigos que se reúnen los viernes, otras, tras la daga de los delincuentes.
