Así me comentaba un conocido mío, cuando me dice las cosas que me duelen, pero no lo hace para hundirme, lo hace para salvarme de la verdad de lo que creo que es inamovible para los que me rodean.
Da igual, me decía: 'ellos' seguirán a lo suyo, no a lo nuestro, lo nuestro sólo les importa para conseguir lo suyo.
-Hombre, le contesté, tampoco hay que generalizar. Existen personas que de verdad están en sus cargos para intentar mejorar nuestras vidas.
-Me haces, reír -me decía-, te veo totalmente utópico. Por favor mira las cosas sin ese velo que pones.
-Tienes que reconocer -le respondía- que si no tienes ilusión en la vida por llevar a cabo cosas que hagan mejorar la vida de las personas, lo que haces es vegetar dentro de la 'salsa' que te cocinan otros.
-Puede ser que tengas razón, Javier, pero tengo que bajarte de esa nube, porque al final se transformará en una tormenta que difícilmente superarás.
Hago una pausa de esta conversación, para indicar que esta persona con la que charlaba siempre discutimos y siempre sacamos conclusiones que agradezco por la sinceridad con la que nos mostramos los dos.
Realmente, estas conversaciones, tienen para mí una gran ventaja y es que, en general, me hacen revolver en mi interior buscando afanosamente verdades que cierren heridas que creo siguen existiendo en nuestra vidas cotidianas.
A veces estas conversaciones se convierten (alguna vez) en una bronca sorda. Es en esos momentos, cuando suelo recordar lo que les ocurre a nuestros políticos que no se oyen, no se escuchan, no responden a lo que cada interlocutor está expresando.
Tremenda situación que día tras día se presenta en todos los escenarios posibles de este gran teatro que es la vida.
Los políticos se olvidan de algo fundamental :contar con el ciudadano.
A veces pienso -como expresa este conocido mío- que da igual; pero sinceramente 'montado en mis utopías', creo que a mí no me da igual.