Revista Cine
Directores: Josh Safdie & Benny Safdie
Los hermanos Safdie también participan en la Selección Oficial de Cannes 2017 (¿es mi idea o este año hay más gringos de lo acostumbrado?), por lo tanto, era que no, comentaremos un par de películas suyas, específicamente dos: ésta, que es la primera que ambos dirigieron en conjunto (razón por la cual la etiquetaré como "opera prima" a pesar del siguiente detalle) aunque Josh, si no me equivoco, había dirigido otra cinta en solitario previamente; y "Heaven Knows What". Entre medio hicieron un documental llamado "Lenny Cooke", pero, aunque lo encontré, no pude hacer lo mismo con los subtítulos, y podría intentar verlo, pero dudo que pueda entender la jerga callejera de los retratados. Así que dejemos de lado las habladurías y vayamos de lleno con "Daddy Longlegs", que en algún momento fue conocida como "Go Get Some Rosemary".
No estoy muy seguro de si "Daddy Longlegs" pertenece al mumblecore o no, pero, sin importar la confirmación de ello, la película de los Safdie, a través de esta puesta en escena "improvisada", al hombro o cámara en mano, jugando con los desenfoques y cierto feísmo o cutrismo o amateurismo visual bastante bien manejado y tratado, nos ofrece una limpia y hasta amena, aunque no por ello menos cruda e insólita, mirada a la vida de un, digamos, perdedor que trabaja como proyeccionista en un cine y que tiene dos hijos a los que deberá cuidar durante dos semanas, si bien, a todas luces, el tipo es un completo irresponsable y claramente no está capacitado para cuidar apropiadamente a sus hijos, aunque hay que decir que lo intenta y logra sacar a flote cierto encanto que logra engatusar a los chicos y disuadirlos de la sordidez en la que vivirán durante ese par de desastrosas semanas, las que, estén seguros, irán de mal en peor. Aunque el trailer oficial que circula por ahí pueda ofrecerles una idea errónea (francamente, da la impresión de ser el enésimo dramón indie pero simpaticón y bonachón con musiquita bonita de fondo que sólo busca enternecer), "Daddy Longlegs", moviéndose hábilmente por los terrenos de la amargura y lo agridulce, del patetismo y de la humildad, es un progresivamente oscuro drama que acaba con un impensado pero sombrío y devastador final, último tramo que comienza con una de las escenas más desconcertantes y descolocantes que he visto últimamente, no por lo inusitado, más bien por la doliente precisión con que desnuda y despoja al protagonista de toda redención, a la vez sumergiendo a los chicos en una especie de desgracia sin retorno. Evitando artificios o excesos dramáticos, es decir manteniendo un tono cotidiano, espontáneo, natural y fluido, los Safdie relatan de manera sutilmente sin compasión la crónica de un fracaso como padre, como ciudadano y un poco como ser humano, pero ahí radica la cuestión: el tipo es una persona, efectivamente es un ser humano, sin embargo, haga lo haga, terminará cagándola, y los Safdie dicen que el asunto no es un chiste, no es para la risa, no es una broma. De hecho, puede que hasta les dé un poquito de miedo...
En efecto, "Daddy Longlegs" es mumblecore, pero mumblecore del bueno: no de ese que se enfoca en la vacua palabrería y autoconciencia (o autocomplacencia) discursiva o incluso moral, sino de aquel que, tal como este filme de los hermanos Safdie, mete el dedo en la llaga y empuja constantemente los límites de la comodidad y el conformismo, que convierte su modestia de medios en una poderosa arma narrativa, que tras su aire de sencillez esconde una terrible y desalentadora pulsión, que bajo una premisa simple se extiende un complejo laberinto de fracasos, sueños rotos y derrotas en ciernes. No soy experto en mumblecore, en todo caso.
En cualquier caso, excelente película. Permítanse descubrir esta tremebunda y dura joya.