Si se puede hablar de un actor mucho y para bien en este comienzo de 2014, yo con total seguridad lo haría sobre Matthew MacConaughey. Cerró 2013 trabajando en un normalito guión para , de Jeff Nicols, haciendo que la película, junto a una estupenda pareja de jóvenes protagonistas, mantuviera el correcto y debido interés hasta el final del filme. Eso en cuanto a 2013 -y que yo haya visto-. En 2014, sus trabajos nos llegan en forma de tsunami. Trabajando como detective en la serie de HBO True Detective -densa, lenta, asfixiante, fantástica...-, interpretando al detective Rus Cohle, junto a otro genial Woody Harrelson. Lo podemos ver también en el comienzo de El lobo de wall street, dando muestras nuevamente de su estado de gracia. Y como no, en el papel de Ron Woodroof, en convirtiéndolo a este chico de Texas, en una de las principales alegrías cinematográficas actualmente. Al espectador, sólo le queda frotarse los ojos ante tal despliegue de majestuosidad interpretativa. Asombroso el papel de Cohle en la serie mencionada, como fascinante el papel de Woodroof por el que ha sido nominado al Oscar (cosa que importa bien poco).
Dallas buyers club arranca con el diagnostico a Ron Woodroof después de un accidente laboral, pero claro, quién demonios presagiará el resultado de las pruebas correspondientes. Tiene el virus del SIDA, se le prescribe un fármaco altamente tóxico y se le pronostican 30 días de vida (secuencia en el hospital -gracias a sus diálogos y caracterizaciones- imborrable). Reacio a aceptar esa sentencia de muerte, Woodroof se introduce en el mundo de los fármacos clandestinos y acaba convirtiéndose en el mayor promotor de un tratamiento no aprobado legalmente que no solo le alivia de la enfermedad, sino que también prolonga su vida. Woodroof inicia una batalla contra la Administración de Alimentos y Medicamentos, y da pie a una campaña de concienciación sobre la desinformación del Gobierno para ayudar a todas las víctimas silenciosas que sufren el virus del SIDA.
Con una dirección correcta de Jean-Marc Vallée, director de la magnífica , una banda sonora muy vaquera (ya saben, country, rock sureño, rock...), un actor secundario, y amigo/compañero de ventas de Woodroof, Rayon ( Jared Leto), inmenso. Sin palabras me quedo para calificar el papel de éste. Sencillamente fabuloso. Una Eve ( Jennifer Garner), luchando por estar a la altura de sus compañeros, y un guión (hecho por Craig Borten y Melisa Wallack) que sin ser nada del más allá, hacen de la película el conjunto perfecto para ser un buen y entretenido trabajo. Pero lo de MacConaughey y Leto -me repito y reitero- aquí es para medicarlos aparte. Es difícil no sucumbir ante dos papelazos de dos actorazos que se meriendan dicho trabajo, literalmente.
Emotiva por momentos, divertida, con situaciones donde el heterosexual y el transexual -ellos mismos se encargan de esta etiqueta- allá por donde van, sólo dejan rastros de genialidad -y no sólo cómica, lo que les venga en gana o papel-, interesante, y con toques dramáticos con la dosis justa para ir alimentándonos durante todo el metraje y tenernos enchufados a la pantalla sin parpadear. Fiestas locas, lucha por el reconocimiento de una verdad y la de muchas vidas a las que poder ayudar, interpretaciones de lujo y un final...