Ondulaba entre sus curvas por las orillas del cause que marcaba su piel. Llenaba de peces de colores su mirada, Conocí a una mujer que era un río, y sus cabellos sus caricias recorrían el cuerpo como un torrente, con sus palabras de riachuelo que bajaban por sus labios, como el agua en la montaña. Conocí a una mujer que era un río, y a su paso mi cuerpo temblaba. Me sumergía en ella con mi red de pescar y en sus aguas de cristal la veía fluir lugar al otro, del otro a uno más allá. Mujer de agua, que a veces también me bebe. Conocí a esa mujer que sigue siendo río, y a su caudal cada noche me abrazo.