Dame un respiro
Unos antiguos amigos llegaron a casa para compartir conmigo una velada ¿Cómo estás? Preguntaron ¡caray¡ no supe contestar; más viejo, vieron. La conversación larga no distaba más que en el valor económico de los proyectos ahora referidos en relación a los sueños que habíamos tenido entonces. Dejé que se fueran pronto, adiós dijeron a la puerta, manejándose con sus gestos de siempre y las caras de sus padres – Ciao – largué, cerrando como una despedida cerca de mi rostro la mano.
© f. Buendía.