¿Qué implica mudar la escuela al mundo virtual? Esa es la pregunta que se propuso responder en los primeros días de la cuarentena Daniel Brailovsky, docente y doctor en Educación, allá por el mes de abril. Me parece importante contextualizar, a fin de utilizar lo dicho en la conferencia no solo como recurso para actividades futuras -si fuera el caso- sino también como una especie de reflexión sobre las propias prácticas y percepciones luego de 4 meses de actividad en línea, con toda la carga de logros, aprendizajes y, por qué no, frustraciones que trae aparejada esta experiencia en gran medida novedosa para la mayoría de los involucrados.
El especialista entonces propone preguntarnos qué necesitamos para seguir enseñando desde esta virtualidad forzosa. Y la respuesta es por demás interesante: con recursos informáticos pero también desplegando otros dispositivos tan antiguos y nobles como son el relato, el apunte, la conversación o el juego.
Educación con lo pedagógico por delante. O deberíamos decir, desempolvando lo que es obvio pero está sepultado bajo el discurso tecnófilo.
Así estamos.