Daniela Camozzi, El ladrillo caliente
Tan quietas como las estatuas
cigarrillo cuarenta y tres
nos quedamos con mi hermana
muertas de frío.
En la cama grande
que nos ceden las primas
las sábanas están heladas
hasta que llega mamá
con el ladrillo caliente
y los piecitos congelados
se van entibiando.
Hay que arrimársele con cuidado:
la superficie porosa
del ladrillo quema.
Apenas hay que acercar la piel
al envoltorio de lana
al fueguito
que la piedra irradia.
Nunca preguntábamos
de dónde eran
esos bloques radiantes
y si solo a la noche
se encendían.
Bastaba con que mamá
los trajera y después
quedarnos de a poquito
dormidas con esa tibieza
mientras ella se volvía
al cuchicheo lejano
de los adultos.
Daniela Camozzi (Buenos Aires, 1969), Mones Cazón. Ediciones Del Dock. Buenos Aires. 2015.