Revista Mundo vegetal
Este año está siendo un poco raro. Las temperaturas de esta semana pasada han sido altísimas para lo que estamos acostumbrados en abril. Por un lado, las floraciones se avanzan, por el otro, las plagas se descontrolan. Las primeras semanas de abril no suelen ser, en mi zona, de grandes floraciones. Se suelen concentrar entre la última semana de abril y la primera de mayo. Pero gracias a los rosales de té y a los chinos, que no se podan, tan pronto como el tiempo se suaviza, las flores no se hacen esperar.
La Oxythyrea funesta, con estas primeras flores, se pone las botas. Las rosas suelen ser uno de sus platos favoritos, pero tampoco le hacen ascos a las calas, los leucanthemum blancos, las lilas o a las flores de frutales. Según Wikipedia, la oxythyrea es un insecto coleóptero, es decir un escarabajo, de alimentación florícola. Lo que me hastía de este bicho es que no se termina ninguna flor. Me recuerda a aquellas personas que se comen una cucharada de cada plato, pero guarreándolo todo.
En el pasado había empleado para combatirlo insecticidas como el fosmet o el imidacloprid, que están indicados para algunos gorgojos (como el picudo de las palmeras o el el escarabajo de la patata), y aunque los mataba, no prevenía los daños en las flores y , además, se aniquilaba mucha fauna útil. Por tanto, he decidido, desde hace ya algunos años, no usar ningún insecticida en los rosales. Prefiero eliminar todos los que pueda a mano e intentar equilibrar su población. Digo yo que con el tiempo podré equilibrar la población y, aunque se causen daños, éstos sean menos notables.
"Una rosa es una rosa es una rosa". Gertrude Stein.