Estrenada en el pasado Frinje y convertida en uno de sus espectáculos más aplaudidos, «Danzad, malditos» ha encontrado el premio de su inclusión en la programación de las Naves del Español, donde continúa su éxito. Félix Estaire ha adaptado libremente el guión de la película dirigida por Sidney Pollack, y Alberto Velasco ha creado un espectáculo hermoso e inquietante.
Explorar los límites de la resistencia del ser humano. Esa es la columna vertebral en torno a la que gira la historia que, os recuerdo, cuenta cómo un grupo de personas en tiempos de la Gran Depresión estadounidense participa en un concurso de baile en el que se mide su resistencia, con el premio monetario como gran objetivo. Velasco va más allá y le da otra vuelta de tuerca, convirtiendo el propio montaje en una competición donde los actores luchan por seguir en la obra y donde cada día los resultados son distintos y diferentes los ganadores (es el público quien dicta el veredicto final).
Velasco tensa la cuerda a los intérpretes con un montaje-competición que exige una absoluta entrega física y emocional por parte de los actores, con momentos especialmente tirantes y espinosos. El sudor, la arena que cubre el suelo, la incansable coreografía, convierten el montaje en un espectáculo a la vez incómodo y fascinante, magnético y perturbador, vivo y sugerente. La desasosegante y magnífica escenografía de Alessio Meloni, la ocre iluminación de David Picazo y el espacio sonoro de Mariano Marín tiñen de desasosiego el espectáculo.
Pero son los actores quienes se arrojan sin red al escenario para un espectáculo exigente hasta el agotamiento, y los que hacen de él un admirable ejercicio teatral. Rulo Pardo es un inflexible maestro de ceremonias (con aires de capataz), y al sonido de su fusta deambulan por escena (todos merecen ser citados) Guillermo Barrientos, Carmen del Conte, José Luis Ferrer, Rubén Frías, Karmen Garay, Ignacio Mateos, Nuria López, Sara Párbole, Txabi Pérez, Verónica Ronda, Ana Telenti y Sam Slade, notables instrumentos perfectamente afinados.