La capital de Sudán, Jartum, no estaba dispuesta a reconocer que las acciones en Darfur eran una guerra civil y los redujo al simple conflicto ancestral entre tribus de la región por la escasez de agua y recursos naturales para la subsistencia de los habitantes. Durante siglos han coexistido en los mismos territorios árabes y negros africanos arabizados que han incrementado las diferencias entre unos y otros a medida que el cambio climático reduce las tierras fértiles de Darfur.
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El gobierno central de Sudán ha sido incapaz de administrar la región, que durante tres siglos fue un estado independiente, y desde el ascenso de la mayoría árabe al poder se ha obviado los negros africanos de Darfur, incluso en los cargos públicos, donde son minusvalorados por el color de su piel. Así mismo, las infraestructuras de la zona no han tenido ningún cambio considerable durante el siglo pasado, y sólo ha sido por intereses ajenos a Darfur que se han construido carreteras para comunicar Sudán con Libia o Chad.
Con el apoyo del gobierno central, tribus árabes han arrasado Darfur bajo el nombre de janjaweed, sembrando el terror por todas las aldeas donde arrasaban, mataban y violaban a sus habitantes, en su mayoría negros, con total impunidad. Pese a la llamada al alto al fuego de la ONU y de países con peso como los Estados Unidos, la crisis humanitaria en Darfur catalogada como un genocidio, aunque la ONU no lo haya afirmado, continuó hasta 2009, pero aún persisten en la zona tropas no contentas con el tratado firmado con el gobierno de Jartum.
El estallido de esta guerra durante las acciones armadas de la llamada Guerra contra el Terrorismo de Bush en Iraq, desvió la atención del mundo hacia el Medio Oriente y no dio la misma importancia a lo que sucedía en Darfur. El interés creciente de países como China en el petróleo de Sudán, la venta de armas rusas al gobierno sudanés y a los rebeldes, así como los conflictos entre los países de la región, por ejemplo Libia contra Chad, han incrementado la pasividad y en consecuencia la poca acción para evitar tantísimas muertes de hombres y mujeres. Millones.
Darfur es reflejo de un África cada día más olvidada e incomprendida por el resto del mundo, que ha tirado la toalla con el continente negro y deja incluso en manos de la recién creada Unión Africana la resolución de este genocidio. Como dijera Ryszard Kapuscinski en su libro Ébano: no hay una sola África, son muchas dentro de un gran continente. Sólo en esta región de Sudán hay tantas tribus y conflictos entre ellas, que la sabia de dicho periodista toma total relevancia con el análisis de las vicisitudes en el “hogar de los fur”.
“No conocíamos la palabra janjaweed cuando éramos jóvenes. Los árabes llegaron aquí en busca de pastos y cuando se acabó la hierba, se marcharon. Consumían nuestra hierba, pero se ocupaban de nuestros huertos y de nuestra gente. No había robos, ni ladrones, ni revolución. Nadie pensaba en la dominación; todo el mundo estaba a salvo. Nuestro único temor eran los leones y las hienas. Ahora sólo hay conflictos en todo Sudán. No hay gobierno, no hay control. Miren a su alrededor. ¿Qué ven? Ni una mujer, sólo hombres armados. Ya no somos capaces de reconocer lo que fue nuestra tierra”.
jeque Heri Rahma de Muzbat, 2005.NOTA: Este reportaje sobre Darfur ha sido realizada por Laura Campos Cervera, Laura Vivero León y un servidor para la asignatura Periodismo Político y Económico. Nuestras principales fuentes han sido los libros Darfur: historia breve de una larga guerra de Julie Flint y Alex de Waal y Darfur: Coordenadas de un desastre de Alberto Masegosa.
El siguiente documental realizado por Awad Mohamed y Carlos Vázquez, también nos ayudó a aclarar las escasas ideas que trascienden desde las fronteras de Darfur.