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Darwinismo empresarial, adaptación al cambio y toma de decisiones

Publicado el 27 mayo 2013 por Javier Díaz Sánchez @javierdisan
Tiempo estimado de lectura: 1 minuto

dinosaurio3Entender por qué desaparecen muchas empresas nos debe hacer reflexionar acerca de la selección natural a la que nos someten los mercados. En este proceso evolutivo, enormes dinosarurios empresariales que no supieron reinventarse a tiempo pagaron un precio muy alto. Por ejemplo, algunas empresas cedieron su posición de liderazgo en el mercado como sucedió con Sony, Nokia, etc. mientras que en otras compañías sus efectos fueron aún más devastadores ya que quedaron literalmente fuera de juego y abocados a la extinción (Kodak, General Motors, …).

¿Estamos ante un cambio de ciclo?

Muchos opinamos que sí. Las condiciones del entorno macroeconómico están provocando mutaciones significativas en el ADN empresarial pero a diferencia de la lentitud con que se producen los cambios en el mundo natural, en el mundo de las empresas estos cambios se producen en una ventana de tiempo muy reducida provocando un doble efecto, la extinción de un gran número de empresas por un lado, y la aparición de estructuras laborales más flexibles y mejor adaptadas, por el otro.

En resumen,  el dinamismo es el común denominador en nuestros días y parece que la tecnología es la variable que está precipitando dicha reacción en cadena. Y lo que es más importante aún, en un mundo globalizado y sobre todo interconectado, ninguna organización es inmune al cambio. La diferencia entre sobrevivir o desaparecer está en nuestra capacidad de adaptación. Pero tengamos clara una cosa, las empresas no pueden cambiar por si mismas y por tanto deben ser las personas las que impulsen estos cambios.

No existen empresas adaptables, sino personas adaptables.

Pensando en esta idea podrías llegar a plantearte lo siguiente: “vaya, yo soy adaptable y flexible pero mi empresa no ¿acaso soy yo el culpable?”.  Pero antes de responder quizá deberías considerar esto:

  1. Todo trabajador es un intraemprendedor en potencia, es decir, un profesional que aporta no únicamente su fuerza de trabajo sino también ideas desde dentro de la propia empresa. Bien es cierto que el entorno empresarial debe tener los resortes necesarios para que las ideas fluyan, se analicen, se evalúen y se pongan en práctica llegado el caso. Pero las preguntas que podrías hacerte son ¿alguna vez intenté compartir internamente mis ideas de mejora? ¿lo hice a través de los canales adecuados? Por ejemplo, todos compartimos espacios de conversación con compañeros (desayunos, descansos, etc.) y alguna vez habremos cuestionado ciertas decisiones planteando otras alternativas posibles pero ¿crees que esa conversación es suficiente para cambiar las cosas? ¿eran los interlocutores idóneos?
  2. ¿Consideras que pensar y aportar tus ideas NO forman parte de tu responsabilidad, tu rol, o simplemente que NO te pagan por ello? Si tu respuesta es que sí siento comunicarte que podrías ser parte del problema. El cambio en la mentalidad de los profesionales es paso previo y necesario al cambio en las empresas.
  3. En tu empresa, el ámbito de las ideas está restringido a solo unos pocos y lo tienen todo muy claro. En este caso la desaparición será solo cuestión de tiempo y lo lógico sería que pusiésemos pies en polvorosa pero no es tan sencillo. Recuerda aquello de que “el sentido común es el menos común de los sentidos”. La psicología demuestra que a veces resulta muy cómodo asumir las decisiones de otros (buenas o malas). Con este comportamiento pasivo evitas tomar tus propias decisiones y por tanto desaparece tu miedo a equivocarte pero ¿acaso ignoras que la inacción también representa una decisión? ;)

Ahora toca responder ¿eres tú el culpable de que tu organización no sea flexible y adaptable?


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