Revista Cultura y Ocio
Hoy David Bowie cumple 69 años y edita Blackstar, su nuevo trabajo discográfico. Si uno repasa la carrera de este genial artista, quitando los diez años de retiro, que realmente fueron 7, ya que en 2004 sufrió un problema cardíaco y en 2011 ya empezó a grabar The next day, su anterior trabajo de estudio, siempre ha hecho lo que le ha dado la gana pero con clase, elegancia y estilo, y lo que es mejor, abriendo y explorando caminos. Ya en 1975, después de despojarse se sus alter-egos como Ziggy Stardust o Aladdin Sane, se tiró al soul americano en Young Americans, y al soul con toques de jazz en Station to Station un año más tarde, para luego unirse a Brian Eno y parir la gloriosa trilogía berlinesa. Ashes to ashes era otra vuelta de tuerca, pasó los 80 haciéndonos bailar y con singles maravillosos, para volver a recuperar fuelle a mitad de los 90 con nuevos discos rompedores como Outside, Earthling o ...Hours. Heathen es su última obra maestra antes del parón.Aquí en su día hablé de The next day, un disco fantástico que nos devolvió al Bowie más cercano al gran público, y desde luego el álbum no dejaba lugar a dudas de que sigue siendo alguien cuyo legado, le pese a quien le pese, es simple y llanamente abrumador.Ya en 2014 cuando editó el recopilatorio Nothing has changed por sus 50 años en la música, incluyó algún tema nuevo que sería el avance de lo que es este nuevo disco, ya que tanto esa canción como su cara B forman parte del nuevo trabajo. Así pues, de los 7 temas nuevos, dos son ya conocidos, y nos dejaban claro por donde irían los tiros, ambientes y atmósferas donde la esencia jazzística predomina (pero sin tocar jazz, sólo como adorno) y como no, explorando, innovando, creando composiciones largas ajenas a cánones radiables y llenas de mensajes en clave, ahí es donde vuelve el David Bowie enigmático. El enigma ya parte del título, una estrella negra de 5 puntas, emblema de una obra que mezcla angustia y melancolía, otra nueva invención de un visionario y mejor alquimista del rock ya casi en los 70. Recordar que aquí se ha rodeado de otros músicos diferentes, y sólo le aguanta su productor de confianza, Tony Visconti.
El disco comienza con el tema que da título al álbum, 10 minutos que podrían ser 20 sin exagerar, en eso me recuerda al principio de Station to Station, pieza-locomotora que arranca el viaje, eso si, este no es ni un tema que recuerde a cosas pasadas, ni nada por el estilo, sino que va a territorios nuevos y confines inexplorados. Me encanta especialmente esa parada a mitad del tema con esa parte melódica, y como no podía ser menos, la voz de Bowie siempre a gran altura. 'Tis a pity she was a whore es la Cara B de Sue (Or in a season of crime), una canción de la que ya hablé en su día y me parece un escándalo, brutal, pura magia, y en realidad el tema donde su nuevo concepto e idea para mi quedan mejor plasmado con un saxo bestial, temazo.
Lazarus es una de las sorpresas más agradables del álbum, delicioso tema con su inicio pausado que va envolviéndote en una atmósfera magnífica y maravillosamente cantada por esa voz sideral del Duque Blanco, además de recordar que es una canción que da título a un musical del Off-Broadway escrito por él mismo junto al irlandés Enda Walsh. Sue (or in a season of crime) es la pieza de aire más jazzístico de cine negro, donde Donny McCaslin al saxo está descomunal y el batería Mark Giuliana tres cuartos de lo mismo, y aquí la versión incluída está reducida en 3 minutos con respecto a la del recopilatorio. Girl loves me quizás sea la canción más alejada del concepto global del álbum, de aspecto más ligero con algo perverso en su interior y el estribillo alegre pero diabólico. Dollar days tiene un tono muy acústico en su base, para luego ir cogiendo cuerpo y tener un gran increscendo donde el saxo es muy protagonista, otro tema que se desmarca de la línea maestra del álbum, sin desentonar. I can't give everything anyway es un gran final, con esa tímida armónica y ese ritmo juguetón e inquieto donde la guitarra de Ben Monder tiene un papel protagonista, y con una letra con mensaje.
En definitiva, un disco de un artista que se mantiene más vivo que nunca, explorando nuevos caminos ajenos a la comercialidad, pero sientiéndose como un músico completísimo, que lo es de sobra. Ni que decir tiene que a quien no le guste el jazz aborrecerá este trabajo, pero nunca se olviden de que Bowie siempre da algo diferente y algo más.
Os dejo con el tema Girl loves me.