Revista Cultura y Ocio
David Bowie, en la primera parte de los años 70 se convierte en una estrella indiscutible, por editar discos que pasan a la historia de la música y por romper moldes en todos los sentidos, ya que sus alter-egos y sus imágenes irreverentes, le convierten en un verdadero icono que traspasaba más allá de lo musical. Su melena pelirroja y su adicción a las drogas, todo tipo de escotes, prendas y maquillajes que suponían una ruptura con las normas estéticas, le elevaron a la categoría de ídolo, incluyendo la androginia que hoy fascina las pasarelas, por no hablar de su abierta bisexualidad. Pero si en esa primera mitad de la década setentera, Bowie se convierte en leyenda viva, es en la segunda mitad donde Bowie es más Bowie que nunca, se reinventa y parte la pana, sabe evolucionar como pocos, consiguiendo ser único e inimitable. Ya con Young Americans da un giro al soul en 1975, y con Station to station un año después incluso mezclado con aires jazz, pero es sobre todo en 1977 con Low cuando hablamos de una ruptura definitiva con su anterior status, de un viaje a una nueva galaxia musical, de la experimentación a saco, la inmersión en la cultura centroeuropea, la de Berlín y el krautrock.Es ahí, en terrenos en principio poco propicios para él, donde unido a Brian Eno (que venía de su travesía por el desierto después de dejar Roxy Music) empezará a crear otro universo propio y ser vanguardia absoluta, que no todo el mundo entendió, cosa que a mucha gente le costaba ya que seguían en Ziggy Stardust o Aladdin Sane, pero él iba siempre por delante, y todo esto a la vez que ayudaba decisivamente a Iggy Pop a hacer historia con The Idiot y Lust for life en ese mismo 1977, recordemos que vivían juntos en Berlín. Precisamente ese hecho, hace que tanto la producción propia de Bowie que edita Low en enero de 1977 y Heroes en octubre de ese mismo año sea muy grande, pero no se acabó ahí, ya que intervino y de manera muy profunda en composición en los que serían los dos primeros discos en solitario de la Iguana de Detroit, The Idiot editado en marzo y Lust for life en septiembre del mítico 1977.
Como muy bien se ve en el documental recientemente estrenado por Brett Morgen, Bowie después de dos años viviendo en Los Ángeles, donde estaba muy poco sociable, sintió la necesidad de una desintoxicación (en todos los sentidos) y se trasladó a Berlín, donde se alojó en un apartamento antiguamente ocupado por un comedor nazi, con vistas al Muro de Berlín (todavía existente en aquel momento). Relativamente ajenos al estallido punk, Eno y Bowie se corrieron conscientemente del epicentro musical dominado por Inglaterra y New York, en busca de otro ambiente y otra inspiración, de corte europeo en este caso. Ya hablé de Low aquí en su día, pero Heroes, segundo disco de la Trilogía Berlinesa, es el único que se grabó entero en Berlín, en los estudios ya míticos Hansa by the wall. La compañía discográfica RCA nunca estuvo convencida de este giro musical de Bowie, pero como el anterior disco funcionó en ventas, pusieron la carne en el asador a la hora de publicitar este álbum.En Heroes hay otra vuelta de tuerca al sonido vanguardista y experimental, por los métodos empleados en las grabaciones y cuyas piezas instrumentales eran muy chocantes a la primera escucha. Low siempre ha sido un trabajo que ganaba con las escuchas, en este caso, se trata de un disco diferente, que además tuvo unas sesiones de grabación muy extensas sin descansos lo que hizo que se grabara en dos meses. Heroes respira el clima enrarecido y apocalíptico de Berlín en los años de la Guerra Fría. Este álbum en cada compás, en cada silencio recoge ecos presentes aún de la Segunda Guerra Mundial, hay nubes negras y grises de misiles aéreos, bombardeos, etc., Heroes se asemeja a Low en la estructura, pero el clima es otro, hay más rock y es menos frío y maquinal. El tema que daba título al disco es una balada de amor de dimensiones épicas, con ese muro de Berlín como telón de fondo. Seis minutos gloriosos de canción, donde las guitarras atmosféricas de Robert Fripp (que viajó directamente de EEUU para grabar sus partes en un día) y el manejo del crescendo dramático de la canción, junto a los coros de Eno y Bowie le dan la categoría de obra maestra.La interpretación de Heroes en el Earl Court en 1978 es simplemente maravillosa, os dejo con ella.