Revista Cultura y Ocio
Después de una serie de trabajos muy experimentales y arriesgados en los años noventa, Bowie afrontó la década siguiente con un giro hacia un rock más clásico, con formatos más convencionales e instrumentaciones acordes con la norma del género. Ignoramos si eso obedecía a un plan de madurez con proyección en el tiempo ya que la elaboración de cualquier posible respuesta a esa cuestión quedó interrumpida durante la gira que acompañó al disco en la cual el músico experimentó algunos problemas de salud que le hicieron aparcar su carrera durante unos cuantos años.
Con “Reality”, da la impresión de que Bowie trata de poner en orden algunas cosas que no habían quedado bien cerradas en su momento. Recuperó alguna canción que había comenzado a escribir casi treinta años antes y que permanecía inédita pese a haber intentado terminarla en varias ocasiones, grabó un par de versiones de temas ajenos que deberían haber formado parte de una continuación de “Pin Ups” que nunca vio la luz y profundizaba en el reencuentro con Tony Visconti que se produjo en el disco anterior.
Casi todos los miembros de la banda que grabó el disco eran viejos conocidos del artista. Intervienen en él los baterías Sterling Campbell y Matt Chamberlain, los guitarristas Gerry Leonard, Earl Slick, David Torn y Carlos Alomar, el bajista Mark Plati (también toca guitarras) y el pianista Mike Garson. Gail Ann Dorsey y Catherine Russell hacen coros. Además de co-producir el disco, Bowie canta y toca guitarras, teclados, percusiones y saxofón mientras que Tony Visconti hace lo propio con las guitarras, el bajo y los teclados.
“New Killer Star” - El primer tema del disco es una canción rock de impecable factura, potente y enérgica y con el estilo de Bowie presente en todo momento, en especial en los distintos giros melódicos y en los inconfundibles coros del estribillo. El corte fue el primer “single” del trabajo y tuvo una muy buena acogida.
“Pablo Picasso” - Esta versión de la canción de Jonathan Richman para su grupo The Modern Lovers era una vieja idea de Bowie y estaba entre las escogidas para aquel “Pin Ups 2” que nunca llegó a ver la luz. El tema siempre nos ha parecido una especie de broma, algo muy habitual, por otra parte, en la discografía de Richman. La versión de Bowie, sin llegar a convencernos demasiado, tiene toda la fuerza de sus discos con Tin Machine y termina por sonar aceptablemente bien aunque no pasará a la historia.
“Never Get Old” - El siguiente corte del disco nos recuerda al Bowie de la etapa “glam” y también el primer Brian Eno aunque pasados por un tratamiento vigorizante que hace de esta una canción contundente; quizá una de nuestras favoritas de todo el disco. Un tema, en todo caso, que gana con cada escucha.
“The Loneliest Guy” - De repente pasamos de una gran exhibición de musculatura a una balada preciosa (magnífico Mike Garson al piano) en la que Bowie aparece fragil, vulnerable, a punto de romperse en pedazos en una interpretación llena de emoción en el estilo de su admirado Scott Walker. Hay un punto oscuro e inquietante en toda la composición, resaltado por las guitarras que aparecen aquí y allá obligando al oyente a mirar por encima del hombro por si alguien le estuviera vigilando.
“Looking for Water” - Un martillo neumático en forma de batería nos recibe en la siguiente canción, un nuevo derroche de energía instrumental que no descansa en ningún momento del tema. Es una canción quizá demasiado lineal pero no llega a molestar en ningún momento a pesar de no estar entre lo más inspirado del disco.
“She'll Drive the Big Car” - Si algo no se puede decir del Bowie de “Reality” es que sea alguien contemplativo y conformista. Todas las canciones tienen una intensidad desacostumbrada por lo sostenido en el tiempo. El oyente apenas dispone de tiempo para relajarse aunque la escucha atenta revela multitud de detalles en todos los cortes del disco: la presencia de la armónica aquí, una guitarra al más puro estilo de Robert Fripp más allá, un coro poco después... Ninguna canción es irrelevante.
“Days” - Uno de los cortes más sorprendentes del disco es esta extraordinaria canción que empieza con un ritmo caribeño muy marcado a partir del cual va creciendo una pieza melancólica verdaderamente arrebatadora. Una absoluta rareza dentro de un trabajo como “Reality” pero que no por ello deja de ser un corte exquisito que demuestra la capacidad de su autor para navegar con fiabilidad en todo tipo de aguas.
“Fall Dog Bombs the Moon” - El disco entero se grabó bajo los efectos de los ataques del 11-S y en varias canciones es imposible hacer una lectura independiente de aquellos sucesos y la posterior guerra de Irak. El corte que abría el disco y esta canción tienen un claro encaje en este escenario. Al margen de los textos y sus interpretaciones, la canción es una de nuestras favoritas del trabajo.
“Try Some, Buy Some” - Otro tema en el que Bowie había pensado para su “Pin Ups 2” era este escrito por George Harrison para Ronnie Spector, principal vocalista de las Ronettes. La canción es una de las mejores escritas por el guitarrista de los Beatles y Bowie procura respetar toda la esencia y el estilo del original, lo cual está muy bien pero provoca que el resultado final desentone un poco dentro del disco.
“Reality” - Volvemos a asistir a un comienzo arrollador muy propio del Bowie de los discos con Tin Machine (quizá no sea casual que el dibujo de la portada del disco nos muestre a un Bowie trajeado, igual que ocurría en la del primer disco de la banda en 1989). El tema es un verdadero cañonazo de principio a fin aunque no parece dejar un gran poso una vez terminado.
“Bring Me the Disco King” - A la tercera fue la vencida. Esta canción fue escrita para el disco “Black Tie, White Noise” en 1993 y descartada entonces. Volvió a ocurrir lo mismo con una regrabación en 1997 para “Earthling” y no fue hasta “Reality” que Bowie y compañía dieron con el tono adecuado. Lo consiguieron reduciendo el “tempo” y dándole un notable enfoque jazzístico (que habría encajado muy bien en el citado “Black Tie, White Noise”) en el que destaca de nuevo Garson al piano.
Ya hemos hablado en otras ocasiones de lo ocurrido en la gira que siguió a la publicación de “Reality” y del silencio autoimpuesto en el que se sumergió David Bowie durante muchos años. El que durante mucho tiempo parecía que iba a ser su último disco, suponía un regreso a las viejas formas del rock más clásico, algo que, viniendo de alguien como Bowie, era muy revolucionario y más en 2003, cuando la corriente principal del mundo de la música transcurría por derroteros muy diferentes. Hacemos ahora un breve descanso en el repaso a algunos de los discos del Bowie más reciente que retomaremos no mucho más adelante para hablar, entre otros, de “Blackstar”.
Os dejamos con un vídeo de la gira de "Reality":