Revista Cultura y Ocio
En el año 1976, David Bowie, ya por esa época conocido como el Duque Blanco (esto proviene de un film que grababa en aquellos días titulado The Man who fell to Earth), edita Station to Station, la continuación de Young Americans, donde había girado al soul de Philadelphia y abandonado el glam-rock. Y aquí seguirá con ese sonido soul, pero lo mezclará también con el jazz, la música disco, el funk, incluso el art-rock. Formas musicales atractivas, variantes melódicas y rítmicas, y siempre regenerándose a si mismo, y sin para de crear algo nuevo.Es curioso, porque en esta época Bowie en lo personal atraviesa un caos tremendo, una etapa muy crítica a todos los niveles, ya que sus adicciones lo estaban destruyendo y se produjeron episodios realmente preocupantes que hicieron temer por su salud, no comía casi, y se mantenía a base de drogas, de ahí su extrema delgadez.Este álbum y su posterior gira, tenían un aire intencionadamente oscuro y deudor de cineastas como Fritz Lang y en general, todo el cine expresionista alemán, algo que culminaría en el disco Low, ya viviendo en Berlín, de manera clara. Por si fuera poco, también su voz revelará una gran riqueza de registros, sabiendo adoptar tonos graves, aires crooner, a la par que estridentes interpretaciones donde dramatizaba. El estado de locura casi permanente durante las sesiones de grabación a causa de la cocaína que David y bastantes miembros de la banda consumían, hizo que casi no se acordaran posteriormente de lo que grabaron. Así Bowie canta, toca guitarra, saxos, sintetizadores y mellotrón, Carlos Alomar y Earl Slick guitarras, Roy Bittan el piano, Dennis Davis la batería y George Murray el bajo, mientras las segundas voces son de Warren Peace. Pero la influencia de este disco en posteriores álbumes de new wave y post-punk es... diría que sideral.
Empieza el disco con Station to station, unos diez minutos de tema, cuya letra tiene referencias veladas a la cocaína, religiones hinduistas, al maestro ocultista Alistair Crowley, etc., pero musicalmente es fascinante, comenzando con sonidos electrónicos, al que sigue un piano rítmico, y las guitarras y resto de instrumentos de manera cadenciosa, pero el cambio de ritmo hacia la mitad del tema es algo maravilloso, donde gira a una parte con elementos progresivos que a su vez se mezcla con la música disco. Golden Years es un tema que Bowie había escrito para Elvis Presley, y éste la rechazó, canción de soul y funk deudora de Young Americans, aunque algo repetitiva para mi gusto. Word on a wing, tiene una letra que habla de un líder al que se acaba entregando sin remisión, sin especificar cual, pero es un medio tiempo tremendo, donde piano, las guitarras y los coros hacen de él un gran tema. TVC15 quizás es la más diferente del álbum, alegre, alocada, y con mucho ritmo, que partía de un sueño de su amigo Iggy Pop, en el cual su novia era engullida por un televisor, algo que inspiró al Duque, sobre todo ese concepto de que el televisor secuestre a los televidentes. Musicalmente un rock and roll muy rico y adaptado a los tiempos, glorioso. Stay me parece una burrada de canción, con ese riff de guitarra inicial, y la batería que se preparan para arrancar hacia un ritmo de disco-funk, pero que se acerca al krautorock, y con un estribillo fabuloso mientras el Duque describe en la letra su aburrimiento, soledad y melancolía, temazo.Acaba el álbum de manera maravillosa, como no, con una versión de una canción de 1957 escrita por Dimitri Tiomkin y Ned Washington, Wild is the wind, para la banda sonora de la película del mismo título, donde la interpretación de Bowie es de caerse de espaldas, su manera de cantar es absolutamente cósmica.
Station to Station no es el mejor disco de David Bowie, pero sin duda se me antoja crucial en el puente que se cierne entre la etapa glam-rock y la trilogía berlinesa, y por tanto fundamental para entender su evolución.Os dejo con Stay interpretado en la televisión en Febrero de 1976, no perder ripio de sus movimientos.