Magazine Digital
24 abril 2011
A Martina Klein y a David Janer se les puede considerar “la pareja del año” en materia cinematográfica, si se tiene en cuenta la química que derrochan en las escenas que comparten en la versión para la gran pantalla del éxito televisivo Águila Roja y en las imágenes que conforman este reportaje. Y si en la ficción les unen amores y aventuras, en la realidad, pese a las diferencias de su ir y venir vital, estos dos atractivos treintañeros tienen en común mucho más de lo que podría esperarse.
Cuando Martina Klein nacía en Buenos Aires hace 34 años, David Janer ya llevaba tres dando guerra en Granollers (Barcelona), donde vio la luz. Sus primeros tiempos difieren. Ella, modelo infantil por casualidad y, según confiesa, “sin una vocación clara; ni siquiera ahora. Pero supongo que ya tenía la certeza de que lo que hiciera sería de cara al público”. Él, embobado con sus artes marciales y disfrutando de westerns y películas de policías y ladrones, “que todavía me siguen fascinando y que colecciono de modo casi compulsivo”. Actitudes que conformaron, sin pretenderlo, el germen de su elección profesional.
A ella, convertirse en un rostro imprescindible en las pasarelas internacionales le permitió “ver mundo, que es algo que no se paga con dinero, pero también vivir la soledad que acompaña a esa profesión y enfrentarme con mi propio sentido de la responsabilidad. Yo no me he emborrachado nunca, porque siempre he tenido algo que hacer al día siguiente a primera hora. Ni aunque me invitaran a una fiesta los Rolling Stones”. David tampoco se considera un “cabeza loca”. Como plan b estudió informática, “que tiene mucho que ver con la interpretación, a la vista está” –comenta irónico–, y pactó con sus padres que abandonaría su deseo de ser de actor si a los 25 no había demostrado que podía vivir de ello.
“Tuve un poquito de prórroga, pero finalmente las cosas se encauzaron y aquí estamos”. Entre medias, algo de teatro y mucha televisión. Series como Compañeros o Los hombres de Paco le ayudaron a crecer profesionalmente hasta convertirse en el héroe de moda. Recurre a los filósofos –que estudia como alumno de último curso de una carrera en la que busca “respuestas, por diversas que sean, a las grandes preguntas que todos nos hacemos”– para explicar su estatus de sex-symbol del momento, ya que según Sartre, comenta divertido, “vivimos a través de los ojos de los demás, aunque –añade– no nos reconozcamos en ellos”.
Martina afirma llevarse bien con su belleza; con esa fotogenia que la ha acompañado durante sus 16 años como modelo “y que sin duda me ha facilitado ahora el debut como actriz y otras muchas cosas; eso nadie lo niega. Pero no consiento que se piense que eso me secó el intelecto. Nada más lejos de la realidad”. La ahora intérprete reivindica además su derecho a intentar esta nueva aventura sin que nadie tenga nada que alegar. “No creo que tenga que pedir perdón a nadie por ello. También escribo o presento programas con dedicación y entusiasmo, que son cualidades tan necesarias como el talento para trabajar en lo que se haya elegido”. “Además –apunta Janer–, la profesión de actor como mejor se aprende es trabajando, aunque la formación sea importante”.
A las cosas de la fama se enfrentan con diferentes matices. Él rehúye aglomeraciones y apariciones públicas que no sean imprescindibles. Ella –actual pareja del ex tenista Àlex Corretja– echa mano de su simpatía y su mano izquierda para no soltar prenda sobre su vida privada. Y ambos coinciden en algo esencial: su familia, sus amigos y su círculo personal son su absoluta prioridad. “Vivo en una especie de hedonismo sano y agradable, en el que un buen vino, una buena comida y la compañía de aquellos a quienes quiero me resultan imprescindibles. No vivo para trabajar; trabajo para vivir”.
Águila Roja ha puesto, por unos meses, sus trayectorias en paralelo, mientras sus personajes eran perseguidos por peligrosos enemigos, se veían inmersos en intrigas palaciegas o sentían el nacimiento de la atracción entre ellos. “Son cosas que les pasan a los héroes de las películas, y a las heroínas también, claro. Lo cierto es que en este momento que estamos viviendo hace falta gente a la que admirar, aunque sea en la ficción”, explica Martina. “Pero los importantes son los de verdad” –remata David–. “Los héroes anónimos que luchan por cambiar la sociedad a base de grandes sacrificios”.
Resulta tan evidente como obvio que Martina Klein y David Janer se enfrentan también de manera radicalmente distinta a la moda. Ella, acostumbrada a lo que le pongan, no tiene objeciones ante la elección de los estilistas. Además, después de confesarse “bastante hippy”, está encantada con los vestidos largos de estampados coloristas, como el que luce en la portada y en otras imágenes del Magazine, con el que las pioneras de ese movimiento se hubieran paseado a la última por la Ibiza de los 70.
Menos acostumbrado a que le digan lo que tiene que llevar –cosa que por otra parte agradecería, porque no tiene tiempo, ni le entusiasma, para ir de compras–, David Janer pide que le muestren la ropa que le han preparado antes de iniciar la sesión. Y después de asegurar que no es hombre de mucho color, admite que los pantalones en amarillo claro y en rojo oscuro que le proponen añaden un toque de fantasía en un vestuario en el que destacan los beige, azules y grises, mucho más de su agrado. Sólo pide que le eximan de lucir fulares masculinos, que no le gusta llevar, aunque sean indispensables esta primavera. Mientras, la modelo, y ahora también actriz, muestra una tendencia muy fuerte, que son los estampados, preferiblemente florales.
Se llevan en prendas de todo tipo, desde vestidos largos hasta los pies, a los mini y monos-pantalón, y también los que reflejan la moda de los 50. Para David Janer, hombre de talante discreto, se ha optado por el estilo un tanto bohemio, basado en sobreposiciones de camisetas acompañadas con cárdigans de punto de algodón, americanas cómodas con un elegante aire de safari y camisas con estampados que, en este caso y para respetar su estilo, se proponen discretos.
Fuente: Magazine Digital.